Testamento
Lina Morgan, un legado polémico y millonario y dos herederos inesperados
La actriz dejó fuera de su testamento a la familia. Años después, el beneficiario relató sus problemas para cobrar
«Lina», la serie documental que estrena Movistar Plus+ el 17 de junio, repasa los momentos personales y profesionales más significativos de la artista, rememorando comedias musicales como «Vaya par de gemelas», «Celeste no es un color» o «El último tranvía». La mayor ilusión de Lina Morgan, su gran anhelo, fue ser dueña de su propio teatro. Le costó, pero lo hizo realidad. A través de la empresa Telasa (Teatro Latina Sociedad Anónima), lo compró La Latina en 1985 por 127millones de pesetas (763.000 euros), según se dijo. En este escenario cosechó grandes éxitos como empresaria y actriz, hasta 1991. «Celeste no es un color» fue su última actuación y con ella desapareció la revista musical. Durante veinte años, primero al lado de su hermano José Luis y después en solitario, gestionó el teatro arrendándolo temporalmente a otros empresarios, como José Luis Moreno. El último año ya estaba programado por Pentación Espectáculos.
Finalmente, el quince de junio de 2010, la empresaria y actriz formalizaba la venta de la propiedad a una sociedad integrada por las empresas Focus y Pentación. Su cuenta corriente aumentaba en más de siete millones de euros, pero comenzaba su caída personal. La enfermedad y otros males le arruinaban la existencia.
Lina escondía sus pesares en el interior de su domicilio, un piso de más de 300 metros cuadrados cercano al parque madrileño del Retiro. Apenas asistía a actos sociales, si no eran relacionados con espectáculos de estreno en La Latina, y en su rostro se apreciaba el sufrimiento. Un buen día desapareció de escena, nada se sabía de ella, tan solo que no se encontraba bien de salud y que pasaba largas temporadas en el hospital Beata María Ana de Jesús. O que permanecía en una habitación medicada en su casa.Su última aparición televisiva fue en la Gala de Reyes Magos de RTVE, en 2012, compartiendo protagonismo con Ana Obregón. Tres años más tarde falleció por una complicación de su enfermedad. Sus cenizas reposan en el cementerio madrileño de La Almudena, junto a sus padres y hermanos.
A su muerte le siguió el capítulo de su polémica herencia, que supuso un enfado familiar monumental al quedar fuera del testamento su escasa familia, un sobrino y dos sobrinas con los que no tenía trato. Su mano derecha, Daniel Ponte, fue su heredero universal. Entre los bienes legados, el piso de El Retiro, una colección de abrigos de piel, otra de relojes de lujo, joyas y una buena cantidad de dinero. En 2022, siete años después, declaraba que, debido a pleitos con Hacienda a causa de lo que se le pedía, aún no había cobrado «ni un euro de la herencia». La gran sorpresa de su testamento fue el discreto chofer, Abelardo González Álvarez, que recibió una parte menor que fue satisfecha, según se publicó, en metálico.
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