Guerra contra Hamás

Israel reorienta su operación hacia los campamentos de refugiados del centro de Gaza

El gabinete de guerra amenaza con extender la guerra a la frontera norte con Líbano ante la insistencia de los ataques de Hizbulá

Israel ha reaccionado a las críticas de sus aliados a cuenta de sus bombardeos «indiscriminados» contra población civil en la Franja de Gaza, que se han cobrado la vida de más de 21.000 personas en las primeras 11 semanas de guerra, reorientando su ofensiva hacia los campamentos de refugiados que cubren el centro del enclave, en los que miles de personas viven hacinadas. Más de medio centenar de palestinos han muerto y decenas han resultado heridos solo en las últimas 24 horas. El portavoz del Ministerio de Sanidad gazatí, Ashraf al-Qidra, ha contabilizado este jueves hasta «50 mártires y decenas de heridos» en los ataques israelíes «contra viviendas de ciudadanos en Beit Lahia, Jan Yunis y Al Maghazi». La nueva estrategia del Ejército israelí busca penetrar en la extensa red de túneles de Hamás que atraviesan la Franja, señalan los analistas militares. Los bombardeos de los últimos días forman parte de los preparativos para iniciar los combates terrestres en los campamentos de refugiados. Controlar estas áreas permitiría a las fuerzas israelíes conectar sus posiciones en la Franja con el establecimiento de un corredor de norte a sur.

Desde el pasado 7 de octubre, las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) han sufrido más de 500 bajas a manos del grupo islamista palestino, de las cuales 167 se han producido en el marco de la operación terrestre en Gaza. Pero el elevado número de bajas no altera el objetivo final. El jefe del Estado Mayor del Ejército, Herzi Halevi, garantizó que la ofensiva en el enclave palestino «continuaría durante muchos meses más». Los cerca de 130 rehenes que siguen en poder de Hamás tampoco condicionan las variables de la operación. La postura del Gobierno israelí con respecto de su liberación sigue siendo contradictoria. El primer ministro Benjamín Netanyahu permitió a David Barnea, director del Mossad, negociar con los diplomáticos de Qatar los términos para la liberación de más rehenes, pero descartó un alto el fuego. Hamás, por su parte, se enrocó en su posición de no facilitar nuevos intercambios de prisioneros a menos que Israel detuviera su ofensiva.

Mientras, el régimen de Abdelfatah Al Sisi trabaja mano a mano con los intermediarios de Doha para persuadir a las partes de que la mejor opción pasa por el cese las hostilidades. De momento, sin éxito. El portavoz del Gobierno egipcio, Diaa Rashwan, dice no haber recibido contestación sobre el plan de tres puntos presentado por El Cairo tanto a Israel como a Hamás para poner fin a la guerra en Gaza. La propuesta egipcia contempla una pausa inicial de los combates que facilite la liberación de entre 40 y 50 rehenes israelíes a cambio de unos 120 o 150 palestinos que cumplen condena en cárceles israelíes.

Los esfuerzos diplomáticos de Egipto no acaban ahí. Otra de sus propuestas, presentada tanto a Hamás como a su aliado, la Yihad Islámica, hace alusión a un «diálogo nacional palestino» para acabar con la división entre las distintas facciones que culmine con la formación de un Gobierno técnico de transición en Cisjordania y Gaza integrado por Hamás y su adversario palestino, Al Fatah, que reciba el encargo de supervisar la reconstrucción de la Franja y que abone el terreno para celebrar elecciones parlamentarias y presidenciales. Un plan que, hoy por hoy, parece una quimera. Entre otros factores porque Netanyahu subrayó la pasada semana que «Gaza no será ni Hamastán ni Fatahstán».

El objetivo del gabinete de guerra que lidera sigue siendo desmantelar la organización islamista palestina, que gobierna la Franja de Gaza en solitario desde 2007. «Estamos decididos a lograr una victoria», recordó el ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich, miembro del ala más radical del Gobierno israelí. «Todos los partidos del gabinete entienden que el Estado de Israel no puede aceptar una situación en la que conviva con una amenaza, y estamos decididos a destruir a Hamás». Conforme transcurren las semanas, sin embargo, parece cada vez más complicado eliminar a las cabezas visibles del Movimiento de Resistencia Islámico. No hay noticias sobre el paradero de los líderes de Hamás en Gaza. Ni rastro de Yahya Sinwar, Mohammed Deif o Anwar Issa, cerebros del atentado del 7 de octubre.

Mientras, el gabinete de guerra israelí amenaza con abrir nuevos frentes. El ministro sin cartera Benny Gantz advirtió el miércoles de que «el cronómetro para una solución diplomática se está agotando»: «Si el mundo y el Gobierno libanés no actúan para impedir los disparos contra los residentes del norte de Israel y para alejar a Hizbulá de la frontera, lo harán las FDI». El exministro de Defensa, que sirvió como jefe del Estado Mayor del Ejército antes de lanzarse a la arena política, aseguró que «la campaña continuará y se ampliará, según la necesidad, a más focos o frentes». El Ejército israelí ha informado de «un gran número de lanzamientos» hacia Israel desde el sur de Líbano, a los que dice haber respondido con aviones, tanques y artillería, incluido un ataque aéreo contra un complejo militar de la milicia proiraní. «Nuestra primera tarea es restablecer la seguridad y la sensación de seguridad de los residentes en el norte, y esto llevará tiempo», reconoció por su parte Halevi.

Impunidad

Las Fuerzas de Defensa de Israel han anunciado este jueves que no tomarán ninguna medida contra los soldados que mataron a tiros a tres rehenes en Gaza el pasado 15 de diciembre, aunque reconocen que violaron las normas del Ejército al disparar contra personas que no representaban un peligro inmediato. Los mandos castrenses justifican la decisión por la «enorme complejidad» de las circunstancias del incidente que acabó con la vida de Yotam Chaim, Samer Talalka y Alon Shamriz. Los tres, que figuraban en la lista de secuestrados por Hamás el 7 de octubre, fueron abatidos por militares israelíes en el barrio de Shejaia, en la ciudad de Gaza. No les bastó portar una bandera blanca ni gritar «socorro» en hebreo. Huían desnudos de cintura para arriba. Los suyos abrieron fuego.