Ucrania

De Méndez Álvaro a Kiev: la ayuda madrileña que se recoge a 3.600 kilómetros de la guerra

Ucramarket, en el número 8 de Méndez Álvaro, se ha convertido en punto neurálgico de donaciones para el pueblo ucraniano

La invasión Rusia a Ucrania ha evidenciado –una vez más– la solidaridad que caracteriza a los madrileños. Basta con quince minutos frente a Ucramarket, en el número 8 de la calle Méndez Álvaro para comprobarlo. Una quincena de voluntarios vacían sin parar decenas de bolsas llenas de productos de higiene personal, ropa, latas de conserva, comida para bebés o medicinas que van separando con criterio y llenando en cajas que van apilando una vez completas. Mientras tanto, dos furgonetas en marcha esperan estar completas de provisiones para dirigirse a su destino. Este supermercado de productos tradicionales del país del este se ha convertido, en menos de una semana, en el punto neurálgico de donaciones al pueblo ucraniano.

Al frente de este, se encuentra su dependienta, Katerina, que llegó de su país de origen a España hace 16 años. Allí se encuentran su padre, sus hermanastros y su madrasta, con los que apenas habla debido a la carga de trabajo que tiene. «No hablo con ellos con fluidez porque no tengo tiempo, pero gracias a los mensajes sé que están bien», confiesa a LA RAZÓN, sin dejar de trabajar. Sus familiares se encuentran concretamente en Chernivtsí, casi en la frontera con Rumanía, y por suerte, una zona aún sin bombardear y que en los últimos días se han convertido en punto de refugio. «Estoy segura de que también acabarán bombardeándola, todo el mundo está yendo para allá», asegura preocupada.

En Madrid hay un supermercado ucraniano, Ucramarket, que recoge donaciones para ayudar a los afectados por la guerra. Están recogiendo comida, ropa de abrigo y medicinas para enviar a sus compatriotas refugiados en Polonia y Rumania.
En Madrid hay un supermercado ucraniano, Ucramarket, que recoge donaciones para ayudar a los afectados por la guerra. Están recogiendo comida, ropa de abrigo y medicinas para enviar a sus compatriotas refugiados en Polonia y Rumania.Alberto R. RoldánLa Razón

Ucramarket sigue siendo una tienda y por ello «tiene que funcionar como tal». Además de controlar lo que está sucediendo fuera, contestar al teléfono, Katerina sigue cobrando productos no perecederos a dos clientas que esperan ser cobradas y que después depositarán en las cajas que hay en el exterior.

Allí se encuentra completando cajas, Larisa, que completa su segundo día de colaboración en el supermercado. También de origen ucraniano, en concreto de la zona del este, tiene a sus tíos, sobrinas y amigos en su país natal. «Hablo con ellos a diario gracias a Whatsapp. Por ahora están bien, viven en la zona este del país dónde hay explosiones pero aún no bombardeos», confiesa a este periódico mientras monta una de las cajas dónde trasladan productos. Preocupada, especialmente por su tía de avanzada edad, sigue las noticias de su tierra natal y ayuda en todo lo que puede.

Después de 22 años en España, asegura estar impresionada por la respuesta de la ciudad. «No paramos, la gente no deja de traer cosas. Sabía que los españoles eran muy solidarios pero no esperaba que tanto», confiesa emocionada. Y es que la solidaridad de los vecinos de Madrid ya ha llegado al Ejército ucraniano en forma de tres camiones y cuatro furgonetas cargadas con medicamentos, alimentos, mantas y otros bienes que escasean en tiempos de guerra. Para el próximo martes, día 8 de marzo, aseguran a este ritmo alcanzar los tres.

No hacen falta muchos minutos para que una cola se forme a la puerta del supermercado. En ella, se encuentra Elena Blanco, una joven pedagoga que en los últimos días ha dejado allí medicamentos, comida y ropa. «Al final es lo único que podemos hacer desde aquí para intentar ayudarles un poco, no podemos hacer mucho más. En todo lo que podamos contribuir, por poco que sea, para que esa experiencia tan horrible sea un poquito mejor, es lo que tenemos que hacer», relata.

Justo detrás de ella se encuentra Pedro, un vecino jubilado del barrio. Después de varios días dejando productos le sigue siendo imposible contener las lágrimas. «En cuanto nos enteramos de lo que estaba pasando hemos traído todo lo que nos han pedido, pero se pasa muy mal», confiesa. Este no es el único punto de la ciudad para hacer donaciones, sino que se han distribuido y movilizado por toda la ciudad, porque cuando se trata de solidaridad Madrid es la primera.