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No, tu móvil no te escucha para venderte publicidad...pero hace algo peor

Básicamente pretende reconfigurar nuestra conducta en internet.

Pese a los mitos, nuestro móvil no escucha las conversaciones que tenemos
Pese a los mitos, nuestro móvil no escucha las conversaciones que tenemoslarazon

La escena es muy común. Estamos en casa de vecinos o amigas y la conversación salta de un tema al otro. Al regresar a casa abrimos el móvil y de la nada, en redes sociales, vemos publicidad de… pañales. No tenemos hijos en edad de usarlos, pero recordamos que nuestros vecinos sí. Y estuvimos hablando sobre este tema con ellos. Son pañales, pero podría ser pasta de dientes, ropa de escalada, destinos turísticos… Cualquier cosa que se anuncie en internet. ¿Nuestro móvil nos escucha para vendernos publicidad? No lo necesita, esa es otra teoría de la conspiración. Esto es lo que ocurre.

Si de verdad nos escuchara, primero necesitaría una autorización de parte nuestra, segundo su uso consumiría mucha batería y la información obtenida, una enorme cantidad de datos en los que se mezclan nimiedades, con tonterías, chistes y algún eventual dato de interés, debería ser procesada y costaría mucho dinero. No tiene sentido. Lo que ocurre no solo es más económico, también más eficaz.

Cada vez que descargamos una nueva aplicación, sea un juego o la tarjeta de descuento del supermercado, quienes están detrás de las mismas recopilan una enorme cantidad de datos del teléfono: la identificación del dispositivo, nuestra ubicación, datos demográficos… Y todo eso está a la venta porque aceptamos las condiciones de uso.

Así es como pueden hacer coincidir nuestras compras en el supermercado (el mismo para el que tenemos una tarjeta de descuento o fidelización) con nuestras redes sociales, algo muy fácil ya que tanto al supermercado como a Twitter, Instagram o Facebook, le dimos nuestra dirección de correo, el número de teléfono y aceptamos que compartan estos datos. Y eso es lo que hacen: cruzar referencias entre sí.

Y ahora es cuando se nos va de las manos y nos inventamos teorías y mitos, cuando la verdad es mucho más sencilla. Nuestro teléfono (las aplicaciones) no solo detectan que estamos en un lugar determinado, también que compartimos la ubicación con otros teléfonos, por ejemplo pareja o familia. Con esta información construyen su propia red social de las personas con las que tenemos contacto regularmente. ¿Vamos a la casa de un amigo y nos conectamos a su wifi? ¿Visitamos a nuestra madre y nos conectamos a su red? El teléfono lo detecta y crea su propio esquema de nuestros vínculos más frecuentes.

A partir de ese momento nos ofrecen (a nosotros, pero también a nuestros amigos y familiares) publicidad basada en nuestros gustos y en los suyos. A menudo pueden ser cosas que no queremos, como pañales, pero los anunciantes saben que alguien que nos rodea sí está interesado en ellos. Nuevamente: no necesita escucharnos, solo cruza los datos y lanza el anzuelo.

Y esto solo somos nosotros y nuestro círculo. Pero cada vez que nos conectamos a una red wifi, en un aeropuerto, una estación de tren o un concierto, compartimos información con miles de personas y regalamos todos estos datos. Así se consigue dar forma a nuestros hábitos de consumo, nuestras conversaciones y nuestras amistades.

Las últimas actualizaciones de Apple permiten bloquear el seguimiento de las aplicaciones y esto a Facebook no le ha gustado nada. Seguro recibimos avisos o notificaciones para cancelar esto y volver al antiguo modelo. Es imposible, a esta altura, cambiar internet, pero si bloqueamos la localización, al menos lo ponemos un poco más difícil.