Cisma
Junts decide romper el Govern y ya ejerce una dura oposición contra ERC
Los militantes posconvergentes apoyan la ruptura en una consulta interna y el partido sale del Ejecutivo entre fuertes reproches contra el president Aragonès
Romper con Esquerra y el Govern de Pere Aragonès. Este es el resultado de la consulta de Junts, en la que se ha impuesto el “no” a continuar en la Generalitat con el 55,73% de los votos frente al 42% de “síes” a continuar en el Ejecutivo. En la votación en la que han participado el 79,18% de los afiliados posconvergentes.
Junts deja la Generalitat y pasa ahora a la oposición tras la consulta de un partido completamente dividido sobre el rumbo a tomar. Pese a ello, Laura Borràs, ha asegurado que tras la decisión de la militancia de salir del Govern en una consulta interna se evidencia que “Junts gana y Pere Aragonès pierde” y ha marcado las bases de lo que será una dura oposición.
“Confiamos en que Aragonès era capaz de liderar un Govern de coalición, y se ha visto que no ha sido así. A lo mejor Aragonès también se deberá someter a una consulta porque su legitimidad democrática ha quedado en entredicho”, ha advertido en rueda de prensa acompañada del secretario general del partido, Jordi Turull, tras la reunión de la ejecutiva que han celebrado este viernes por la tarde.
Un total de 6.465 afiliados -los que tienen más de seis meses de militancia- han estado llamados a responder, de manera telemática, la siguiente pregunta sobre el futuro del partido: “¿Quieres que JxCat continúe formando parte del Govern de Cataluña?”.
La crisis entre republicanos y posconvergentes, agudizada a partir de la Diada independentista más fracturada de los últimos diez años, estalló definitivamente coincidiendo con el debate de política general del Parlament en el que Junts lanzó un serio desafío a Aragonès. Casi por sorpresa y en tiempo de descuento, el partido planteó una cuestión de confianza al president si no cumplía con sus tres condiciones: constituir un Estado Mayor del “procés” bajo del paraguas del Consejo de la República de Carles Puigdemont, unidad de acción en el Congreso y amnistía y autodeterminación en la mesa de diálogo con el Gobierno.
Una amenaza que sentó especialmente mal a Pere Aragonès, quien no sabía nada de las intenciones de su socio de coalición. La batalla se saldó con una tensa reunión extraordinaria del Govern en la que el president preguntó uno por uno a los consejeros posconvergentes si secundaban la cuestión de confianza, si conocían las intenciones de su partido y el cese fulminante del vicepresidente Jordi Puigneró, hombre fuerte de Junts en el Palau de la Generalitat por no haberle informado.
A partir de entonces, el independentismo entró en un bucle de ultimátums y contraamenazas que ha desembocado en la consulta de Junts para decidir si los posconvergentes rompen con ERC y pasan a la oposición, o bien si continúan en el poder.
Además, Junts ha llegado a esta votación jugándose la integridad como proyecto político y bajo el fantasma de una posible escisión: mientras destacados dirigentes como la propia Borràs o Josep Rius –con el aval de Carles Puigdemont– han apostado de manera clara por salir del Govern, el secretario general Jordi Turull evitó posicionarse. Y en el otro bando se situaron el aparato institucional y los consejeros que forman parte del Govern, decididos a continuar sí o sí en el poder.
Lo cierto es que el órdago de Junts a Esquerra ha tensado al máximo las costuras internas del partido a las puertas de un año electoral como 2023, con las elecciones municipales marcadas en rojo en el calendario para una formación con más de 350 alcaldes repartidos por el territorio y unos 300 altos cargos en el Palau de la Generalitat.
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