Imanol Arias: «Ya no quiero ser el número uno»
Cansado del «ruido», dice, el actor activa el modo zen antes del estreno de «Muerte de un viajante», en el Teatro Infanta Isabel
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Dice Imanol Arias (Riaño, 1956) que hace 20 años no era consciente de que el mundo iba a cambiar «tanto». «Llegaban nuevos odios, fobias y conflictos». Ese día, que recuerda «perfectamente», era 11S y quedaban 48 horas para estrenar «Cuéntame», hito de la televisión y, por supuesto, de su vida. Dos décadas después de aquel momento que le pilló en «la hora del bocadillo» su filosofía se resume en una frase: «Terminar bien cada día es lo mejor». No pide mucho más. Ni siquiera jubilarse. Con los 65 ya cumplidos, asegura que ha renunciado a retirarse «porque, en el teatro, siempre hay abuelos y padres que hacer» y porque confía en un periodo «más pausado».
Activa el modo zen en el momento en el que estrena «Muerte de un viajante», en el Teatro Infanta Isabel. «Haré un primer tramo hasta marzo y, luego, desapareceré dos meses», cuando, cuenta, se dedicará a la buena vida, «comer y tomar vinos». Mientras, Arias intentará ir cerrando sueños, como el de «entender qué me pasa»: «He llegado a la conclusión que, durante algún tiempo, mi ausencia por el trabajo ha causado daño y ya no quiero molestar a nadie». El actor ya no mide el éxito de su carrera con las películas que le ofrecen, «sino con los proyectos que me vienen bien para estar sano». No quiere ni «la presión de la televisión».
También lanza balones fuera cuando se le sacan, o insinúan, sus problemas con los tribunales. Se muestra «aburrido» porque «al 85% de los actores les ocurre lo mismo». No se considera tan importante «como para preocuparme más que otra persona» y achaca muchos de los sinsabores de la sociedad al «ruido»: «Ahora se es menos feliz porque hay mucha tensión. Hay una competencia de locos y ya no quiero ser el número uno de nada. Estamos en una época de voceros en la que no soportamos ni el olor a cocido. Solo voy a intentar disfrutar la vida y hacer cosas artísticas».
Así, el intérprete llega a Madrid con su último trabajo, «Muerte de un viajante», de Arthur Miller, aunque con adaptación de Natalio Grueso y dirección de Rubén Szuchmacher. Una pieza que el propio Imanol Arias define como «un reloj suizo mezclado con la locura del tiempo-espacio. Es como cualquier estreno de Netflix, pero escrito en los años 40». Lo que antaño sonaba a «intelectual», comenta, ahora es «humor ácido»: «Me gustaría terminar de pagar el coche antes de que se me estropeara»; o «ya no se puede plantar ni una zanahoria». Son las frases de la obra que pone como ejemplo de los «millones de Willy Loman», su personaje, que han pasado por el mundo. Un viajante, un trabajador brillante al que un día, coincidiendo con el cambio de paradigma en el mundo, le dejaron de ir las cosas de cara y ya nunca supo remontar.
Protagonista en el que, explica, se ve reflejado «igual que todo el mundo, pero no por afinidad, sino porque es un personaje universal. Se enfrenta al final de su vida en una época de monstruos. Su pasado no termina y el futuro no llega». Willy considera que si cae bien a la gente no le puede ir mal. Sin embargo, eso ya no vale con las nuevas reglas. Como hoy: «Vivimos en un mundo en el que se han generado redes para conocer personas, aunque no es necesario contar la verdad, y eso también le pasa a este hombre, que no cuenta la verdad». Si al señor Loman, un comercial que se ganaba la vida de pueblo en pueblo, le pudieron los catálogos y los programas de ventas, en la actualidad, según Arias, nos ha vencido el «postureo»: «Los millones de seguidores, el subir fotos en un restaurante mexicano que te ha costado un huevo, el acercarte a un barco en Ibiza, un atardecer en Maldivas...». Aun así, no se atreve a señalar de forma «rotunda» qué es el éxito, «pero supongo que tiene que ver más con vivir la vida y estar alejado del ruido que con un buen sueldo».
Otro de los alicientes de esta versión de Miller es la coincidencia de padre e hijo en el elenco, Imanol y Jon Arias, que, además, repiten rol en la ficción. Aunque, como advierte el vástago, «encarnamos una relación padre-hijo muy diferente». Mientras los Loman son escuetos en cariños, «a mí me educaron mostrando los afectos». Es por ello que Arias Senior se ha sentido «cuidado» durante todos los ensayos. Y es que no siempre los mayores deben cuidar a los pequeños: «Forma parte de la estirpe. Surge solo, como que tu hijo sea un artista como tú, aunque de una manera diferente. Vive la profesión de otra forma. Nunca pretendí que siguiera mi camino», responde un Imanol Arias al que también han copiado sus ahijados.
- Dónde: Teatro Infanta Isabel, Madrid. Cuándo: a partir del 30 de septiembre. Cuánto: desde 20 euros.