Cultura

Entrevista

Andrés Ibáñez: “En España, todo lo que pasa, se dice que no ha pasado”

El escritor y filólogo señala el ostracismo al que ha estado históricamente sometida la mujer en España a través de su nueva novela, “Leonís. Vida de una mujer” y revisita la importancia de figuras como Beatriz Galindo, Carolina Coronado, Juana la Loca o Isabel la Católica

El escritor Andrés Ibáñez
El escritor Andrés IbáñezDavid JarLa Razon

Asegura nada más comenzar la entrevista que su condición biológica como hombre no le imposibilita en términos morales para escribir con sensibilidad sobre las injusticias históricas sufridas por las mujeres, pero la fina intuición de Andrés Ibáñez ya barruntaba la posibilidad de que le preguntáramos por ello. Despierto y afilado, el escritor madrileño y colaborador habitual del suplemento cultural de ABC, acaba de publicar “Leonís. Vida de una mujer” (Lumen), una novela ambiciosa con musculatura histórica que recorre cronológicamente la evolución del papel de la mujer en la historia de nuestro país.

Sirviéndose del personaje ficticio de Inés de Padilla, el autor propone, consciente de los límites narrativos que implica una novela que supera las 800 páginas, un viaje por las orillas del tiempo con ecos literarios del “Orlando” de Virginia Woolf que arranca en 1469, año en el que esta joven de tan solo 15 años empieza, por primera vez, a ser consciente de sí misma cuando ingresa en la Universidad de Salamanca precedida por la labor aperturista de humanistas pioneras y cultísimas como Beatriz Galindoo más tarde la poeta Luisa de Medrano y recorre el esqueleto testimonial de la corte de los Reyes Católicos como parte integrante de la corte de Isabel II, la dignidad de la revuelta de los Comuneros, las habladurías susurradas en los pasillos de Tordesillas sobre Juana la Loca para terminar en el siglo XX entre coletazos del Madrid de las primeras películas de Almodóvar, la dramaturgia de Luis Riaza y los incendiados baños desnudos entre mujeres en las playas almerienses de Mónsul.

Cuando empieza a gestar la idea de esta novela, ¿baraja en algún momento la posibilidad de que pueda levantar recelos o críticas entre compañeras autoras el hecho de que sea precisamente un hombre quien ha decidido escribir sobre la historia de la mujer en España? ¿Le daba miedo apropiarse de un mensaje de reivindicación que no fuera propio?

En absoluto, pero sí me plantee que alguien me lo preguntaría. Me encantaría ser una mujer para escribir este libro. Desgraciadamente no lo soy, soy un hombre. Pero me molestaría mucho que a una mujer por ejemplo no se le permitiera escribir sobre los hombres o que un homosexual fuera mirado con sospecha porque cuenta una historia de amor heterosexual. Lo ideal es que todo el mundo haga lo que le parece. Este tema de la apropiación en las luchas sociales me parece una cosa tan loca… ¿Entonces yo solo puedo escribir sobre la gente de mi país, de mi edad, de mi sexo, de mi ciudad? El arte es el territorio de la imaginación y la imaginación es libre, no tiene sexo. Por otro lado también te diré que de historia de España no sé mucho, pero de historia de la Literatura sí, la conozco muy bien. Y una cosa que me asombra y que es una de las razones también por las que he escrito este libro es el olvido que hay en España de nosotros mismos. En España todo lo que pasa, se dice que no ha pasado.

¿Qué forma tenía Inés de Padilla en su cabeza antes de escribirla?

Pues mira, la verdad es que no me puse a pensar en ella antes de crearla. Intenté que saliera espontáneamente en la página. El origen de esta novela está en distintos sitios, pero uno de los más determinantes era descubrir el llamado “círculo sáfico” que había en Madrid en los años 20 y 30. Al principio situé a Inés de Padilla en la época de Alfonso XIII. Empecé a escribir por ahí pero el personaje no me gustaba, no me convencía. Así que sentí que tenía que averiguar quién era ella. Entonces leí una biografía de Beatriz Galindo, alguien que me interesaba mucho como personaje y que, de hecho, sale en el libro. Creo que a partir de ahí fue cogiendo Inés auténtica forma. Cuando uno escribe un libro tiene que fingir que sabe lo que hace y fingir que lo que hace es verdad, para que el lector se lo crea.

Al comienzo de la novela asistimos a un episodio ubicado en el siglo XV relacionado con la adquisición de conocimiento por parte de las mujeres, concretamente en el seno de la Universidad de Salamanca, en donde una mujer sentada en el aula era un fenómeno bastante extraño por no decir improbable. Pero si avanzamos la mirada por la línea cronológica del tiempo nos encontramos con realidades similares en la época de la Guerra Civil, por ejemplo. ¿Por qué la educación ha sido siempre uno de los grandes campos vetados históricamente a la mujer?

Uno de los temas del libro, creo yo, es el remarcado de la siguiente idea: en la situación de la mujer en la historia, no hay un progreso. Quiero decir, al menos, de forma continua. El gran avance se produce en el siglo XX, ahí es cuando se puede hablar de feminismo. Por otra parte, a las mujeres se les ha permitido siempre hacer muy pocas cosas en la Historia y una de ellas es ser maestra. Sí, se entiende que las mujeres pueden ser maestras y todavía hoy en algunos países se considera que ser maestro es una profesión de mujeres. Cuando yo era niño, por ejemplo, mi madre era médico, fue una de esas niñas de Rusia que llevaron a la Unión Soviética durante la Guerra Civil, estudió allí medicina y regresó a España convertida en médico. Pero en ese tiempo, ¿cuántas médicos mujeres había en Madrid? Muy pocas realmente. Y a mí siempre me decían: “tu madre no es médico, será enfermera”. A veces uno ve que la mujer en la segunda mitad del siglo XVIII por ejemplo era muchísimo más libre que un siglo después. Eso sí, hablamos de mujeres que pertenecían a clases acomodadas, porque las que venían de clases populares seguían siendo bastante prisioneras de los roles sociales. Las mujeres a lo largo de su historia han tenido que estar en “su sitio”. Y si no lo estaban, eran putas o estaban locas.

Andrés Ibáñez
Andrés IbáñezDavid JarLa Razon

Asegura que hay muchos personajes históricos en este libro, pero también otros tantos que no lo son. ¿Le generaba demasiado respeto meterse de lleno en la construcción de una novela histórica como tal y por eso ha decidido ficcionar partes de esta?

Yo no podía hacer que esto fuese una galería de personajes históricos. Ahora conoce a Santa Teresa, después a la Duquesa de Éboli, luego a María de Zayas… etc. No sería real. Mi idea era que fueran apareciendo mujeres importantes en la historia de España, pero claro, esto es ante todo una novela y por eso tenía que estar gobernada por las leyes de la narración. La narración implica que tiene que haber cambios de ritmo, diferentes personajes y todas esas cosas. Como te digo, no quería hacer una galería de mujeres famosas, aunque aparecen muchas. De hecho, me hacía especial ilusión rescatar de pronto a algunas que no eran tan conocidas…

Como Carolina Coronado por ejemplo.

Efectivamente. Ella es un personaje importante en el libro. ¿Y alguien sabe quién es? Pues quizás los estudiantes de literatura recuerdan que era una poeta del romanticismo, pero nadie lo tiene en la cabeza. Como ese cuadro tan famoso de Esquivel donde aparecen todos los poetas románticos agrupados y no hay ni una sola mujer en una época en la que existía el mismo porcentaje de autoras que de autores.

Ha optado por no reproducir de manera exacta el lenguaje o las expresiones propias de cada siglo en los episodios históricos que vertebran la trama. Cuando Inés está en el siglo XV, por ejemplo, se permite ciertas licencias semánticas. ¿Por qué?

Bueno habría que ver cuáles de esas licencias “actuales” son realmente actuales. Porque también me decían al principio cosas como “es que esta palabra que has puesto aquí es moderna” o “la palabra España no se usaba entonces”. A ver, hay palabras que parecen modernas y no lo son. Claro que se hablaba de España como país. Yo tenía claro que tenía que tener un compromiso con mi propia libertad como creador. Conozco muy bien la literatura española, he leído muchísimo, podría haber imitado el lenguaje del siglo XV y del siglo XVI, pero eso sería un auténtico rollo. Por eso opté ya desde el principio por hacer una especie de cosa intermedia. No hago que mis personajes hablen como se hablaba en el siglo XV, XVI, XVII o XVIII, efectivamente. Conservo más o menos los tratamientos y desde luego hay una atención al léxico; es decir, en los dos primeros siglos no he puesto palabras que no se usaban ahí. Ahora, claro, no está hecho en el lenguaje de la época, pero porque es una novela. Sería muy pesado. Hay un cambio por ejemplo cuando pasan de “vuesa merced” a “usted” que marca el paso de un siglo a otro. Pero yo quería reflejarlo, solo reflejarlo.

He leído que es un gran aficionado a la música y que tiene una gran sensibilidad con el piano. ¿A qué diría que suenan las páginas de “Leonís”?

(Duda unos segundos antes de responder). Pues es que suena a muchas cosas. Empezaría sonando algo como Tomás Luis de Victoria. Si lo piensas, hay algo de música en la novela también, sobre todo en el siglo XVIII, porque fue muy musical a pesar de que paradójicamente no hubiera grandes músicos o grandes escritores. Era el siglo de la Zarzuela, de la Ópera… estaba Madrid increíble, repleta. Inés se hace cantante recordemos y aparece Farinelli aunque de forma soslayada porque por un problema de cronología no me encajaba, al ser posterior, y decidí inventarme a Mateo Brasanelli, que es Farinelli en realidad a todos los efectos: en su vida, en su apariencia física, en sus gustos, en todo. Pero claro, ¿a qué suena este libro? Si yo tuviera que elegir, diría “Granada” de Albéniz. Hay una alegría en esa música, que yo no la encuentro en ninguna música de ninguna parte del mundo. Además, me intriga mucho cómo sería la España de esa época, con esa música, con esa exuberancia, esa vida, ese brillo.

¿Le agrada la España actual?

(Risas). Sí y no. Me gusta la España actual, creo que tiene muchas cosas buenas y que nosotros normalmente no sabemos verlas. Las heridas de la Guerra Civil por otro lado y de toda nuestra historia en general siguen sin curar y deberíamos empezar a plantearnos el hecho de hacerlo. “Leonís” es, dentro de mis humildes posibilidades, un intento de curar, de ver nuestra historia con perspectiva. No me gusta que haya un renacimiento de la intolerancia, me preocupa mucho que la derecha se empiece a identificar son símbolos franquistas, que el alcalde de mi ciudad haga homenajes a Millán Astray, me parece escalofriante, pero al mismo tiempo somos, pese a todo, uno de los pocos países en Europa en estos momentos que tiene un Gobierno progresista y sinceramente, eso me tranquiliza bastante. Me siento muy orgulloso de un país que en vez de irse a la extrema derecha, se mantiene de momento cuerdo, hace que prime la sensatez.

¿Qué interés narrativo tenía la figura de Isabel la Católica y por qué no podía faltar su presencia en las aventuras que van construyendo la vida de Inés?

Cuando se habla de Isabel la Católica uno empieza a pensar en el imperio, en las esencias patrias, en la extrema derecha. Esto es una cosa muy curiosa, porque Isabel la Católica era una mujer excepcional en todos los sentidos, uno de los personajes sin duda más importantes de la historia de España porque el país en el que vivimos es en realidad una creación de ella. Siempre se recuerda que hizo una guerra terrible (la de Granada), que expulsó a los judíos y creó la Inquisición. Cosa que es cierta, pero hay que tener en cuenta que estamos en el siglo XV. Sin embargo también creó los primeros hospitales de campaña, el primer cuerpo de policía de España para que hubiera menos asaltantes en los caminos, apoyó la cultura en todas sus formas, apoyó la imprenta, permitió exenciones fiscales a las ciudades que querían poner imprenta, intentó quitar los toros, protegió muchísimo a las mujeres, apoyó la música, apoyó las letras. Los cortesanos de su tiempo estaban un poco enfadados con ella porque no les hacía ni caso al preferir centrarse en todos los escritores, intelectuales y gente de las letras de la época. Por eso Isabel la Católica no debería ser una figura reclamada por la derecha, en el fondo defendía ideas bastante modernas, bastante progresistas.

¿Quién ha sido la mujer de su vida?

Por fin una pregunta fácil. La mujer más importante de mi vida es aquella a la que está dedicado “Leonís”, que es mi mujer. Nosotros llevamos juntos toda la vida, nos conocimos siendo muy jóvenes y yo he aprendido muchísimo de ella, gran parte de este libro de hecho, se lo debo sin ninguna duda. Me ha enseñado infinidad de cosas ya no solo para comprender a las mujeres, sino para aprender sobre el universo femenino en el sentido más amplio. Ella es el amor de mi vida.