
Chismes palaciegos
El cotilleo, fuera de protocolo, entre Donald Trump y la reina Camilla
Sale a la luz la conversación privada que mantuvieron durante la vista de Estado del presidente estadounidense

Meghan Markle y la reina Camilla han mantenido una relación compleja y más bien contenida. La esposa de Carlos III allanó el camino de la duquesa de Sussex a la vida palaciega y se esforzó para que se siente querida aliviando la tensión que provocó su relación con el príncipe Harry. Fue ella, además, quien le ofreció su apoyo en cuestiones de protocolo real.

Sin embargo, lo que revelan las diferentes biografías que han ido apareciendo con los años es que, emocionalmente, el vínculo entre ambas mujeres era distante y más bien tensa. A Camilla le disgustaba el comportamiento poco regio de Meghan. La brecha se hizo aún más evidente con la huida de los duques a Montecito y las críticas públicas que vertió sobre la institución y los diferentes miembros de los Windsor.
En medio de esa calma tensa que existe ahora, propiciada por la distancia, el presidente Donald Trump no pudo resistir su curiosidad durante su estancia en el Castillo de Windsor, el pasado mes de septiembre, con motivo de su visita de Estado.

El ambiente era solemne y el presidente estadounidense conoce bien la lealtad institucional de la reina Camilla, figura clave en el reinado de Carlos III, pero una cosa es el protocolo y otra las conversaciones que los comensales mantuvieron en privado. Según ha publicado "The Independent", Trump giró su cabeza hacia la esposa del monarca y con cierto gesto socarrón le preguntó: "Entonces, ¿cuáles son los rumores sobre Meghan? ¿Qué está pasando?"
Ante esta insistente curiosidad, la reina Camila mantuvo la calma y cruzó las muñecas, como para sugerir que estaba esposada y no podía decir nada. Un gesto simbólico que el rey también utiliza para evitar cualquier desliz, como recuerda el diario británico.

Donald Trump tiene también su particular fricción con Meghan y quiso encontrar complicidad en el Castillo de Windsor aprovechando, además, la posible reconciliación de Carlos III con su hijo Harry. En 2016, la duquesa de Sussex, entonces actriz de "Suits", calificó al futuro presidente de "misógino" y "divisivo". Desde entonces, el mandatario republicano no ha dejado de enviarle mensajes cargados casi siempre de mofa. En 2019, en vísperas de su primera visita de Estado, declaró: "No sabía que fuera mala".
Criticó la partida de la pareja real a California, se indignó por su renuncia y tuiteó que Estados Unidos "no pagará por su seguridad". En febrero pasado, declaró al New York Post que dejaría al príncipe Harry "en paz", antes de añadir: "Ya tiene suficientes problemas con su esposa. Es horrible". Lo que no pudo, pesar de su curiosidad, es arrancarle una palabra de repulsa o desprecio a la reina Camilla.
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