Incógnitas

Fidelidad y cintas en cajas fuertes: historias de las biografías de Don Juan Carlos

Las memorias del Rey no son el primer intento por fijar en letra impresa su propia vida. En el pasado otros autores lo intentaron, pero fue Vilallonga quien lo consiguió

El rey Juan Carlos posa junto a la estatua que le reproduce y que descubrió hoy en el Patio Herrerano del antiguo Monasterio de San Benito el Real
El rey Juan Carlos posa junto a la estatua que le reproduce y que descubrió hoy en el Patio Herrerano del antiguo Monasterio de San Benito el RealAgencia EFE

Estamos en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, en Madrid donde se celebra un evento literario. Es el 9 de junio de 2016 y se presenta «Un destino singular», la autobiografía de Simeón de Bulgaria. Ediciones Nobel, el sello asturiano que lanza al mercado español estas memorias de 388 páginas, no ha podido tener más suerte en la organización del acto. El ya entonces Rey Emérito Juan Carlos será el encargado de glosar la obra en uno de los principales salones de la Academia. Cuando concluye todo, un periodista le pregunta a Don Juan Carlos si se atrevería a dar el paso de escribir unas memorias: «¡No, nunca las voy a escribir! ¿Para qué, para decir mentiras? La verdad no se puede contar, así que me lo guardaré y me lo llevaré allá arriba», dijo con el dedo señalando el cielo.

Muchas cosas han pasado desde ese acto en junio de 2016 y es evidente que Don Juan Carlos ha cambiado de opinión, como lo demuestra el anuncio realizado esta semana por la revista francesa «Point de Vue»: Don Juan Carlos prepara una autobiografía titulada «Reconciliación» y que aparecerá, si no hay cambios, en noviembre de este año en Francia de la mano de Éditions Stock. Redactadas en su retiro de Abu Dabi, el texto cuenta con la colaboración de la periodista francesa Laurence Debray, como ella misma ha confirmado a la revista «¡Hola!». Debray, autora del libro «Mi rey caído», apunta en esa entrevista que las memorias no están acabadas. Por otro lado, según «Point de Veu», Don Juan Carlos ha tomado la decisión de contar su vida porque «tengo la sensación de que me están robando mi historia».

La escritora francesa Laurence Debray, autora de "Mi rey caído"
La escritora francesa Laurence Debray, autora de "Mi rey caído"Philippe Matsas

Sin embargo, no es esta la primera vez que el Rey padre decide contar su biografía para que se convierta en letras de molde. En 1993, otra vez de la mano de una editorial francesa, Fixot, se publicaba «Le Roi» donde el escritor y aristócrata José Luis de Vilallonga recogía sus conversaciones con el Monarca. Poco después, la obra aparecía en España por Plaza & Janés convirtiéndose en un verdadero fenómeno editorial.

El propio Vilallonga, un autor que merece ser reivindicado, explicó en sus memorias no autorizadas «La rosa, la corona y el marqués rojo», que el proyecto nació como un encargo de su editor Bernard Fixot quien le pidió una biografía del Rey «siempre y cuando sea él quien hable». A Vilallonga el proyecto le pareció descabellado, aunque no dudó en comentarlo con Sabino Fernández Campo, en aquel momento jefe de la Casa de Su Majestad. «¿Una biografía del Rey? ¿Y además, hablando él? ¡Quítatelo de la cabeza!», dijo Fernández Campo escandalizado para añadir que «un libro como ése sería una bomba de relojería que podría estallarnos en las manos en el momento menos oportuno».

Juan Carlos I y José Luis de Vilallonga, durante la elaboración del libro 'El Rey'.
Juan Carlos I y José Luis de Vilallonga, durante la elaboración del libro 'El Rey'.FixotFixot

A ello se le sumaba el hecho de que la iniciativa de Vilallonga no era la primera a este repecto. Una la promovía Miguel de Grecia, primo de Doña Sofía, pretendiente a la corona griega. La otra, de mayor ambición literaria, debía ser escrita por el autor mallorquín Baltasar Porcel quien se reunió en varias ocasiones con el hoy Emérito y grabó esas conversaciones. Una parte importante de los papeles de Porcel, fallecido en 2009, se conservan en la actualidad en el Arxiu Nacional de Catalunya donde los consultó el autor de estas líneas. No hay ni rastro de la proyectada biografía, como tampoco de las cintas de aquellos diálogos entre autor y Rey. Una fuente consultada por este medio asegura que la familia Porcel conserva esas grabaciones, pero no se ha podido contrastar esa información con ellos. Igualmente se desconoce por qué ni Miguel de Grecia ni Baltasar Porcel no pudieron seguir adelante con sus libros.

Vilallonga conocía desde hacía años a Don Juan Carlos. Así que tras el rechazo de Sabino Fernández Campo trató el tema directamente con quien debía ser su protagonista quien contestó al ofrecimiento con un «y por qué no... La idea me parece interesante. Vamos a hacerlo». Y se hizo durante varias reuniones en el Palacio de la Zarzuela en 1991. De todo ellos surgieron 70 horas de grabación. Gracias a una amiga cercana a la familia Villalonga sabemos que esas cintas se conservan y están depositas en una caja fuerte en Mónaco, «pero nunca verán la luz». La misma fuente indica que José Luis de Vilallonga fue entregando los capítulos a Don Juan Carlos para que diera su aprobación. «¡Qué bien escribes, coño! ¡Esto es exacto! ¡Es lo que te dije!», dijo el Rey.

Sabino Fernández Campo.
Sabino Fernández Campo.Alberto AjaAgencia EFE

Sorprendentemente el libro salió en Francia. Fixot pensaba que algún sello español llamaría a su puerta, pero los días pasaban y nada. «Un día, en 1992, estaba en mi despacho de Plaza & Janés y recibí una llamada de José Luis. Estaba desesperado. Nos conocíamos desde hacía tiempo y me dijo que había escrito una biografía de Don Juan Carlos, que Zarzuela había bendecido el proyecto, pero solo tenía una oferta y era del Grupo Zeta. Así que preocupaba mucho en palacio que la prepublicación del libro apareciera en “Interviú” entre chicas desnudas», recuerda a LA RAZÓN el editor Enrique Murillo añadiendo que «además, José Luis había cobrado y gastado el dinero de la edición francesa».

45 millones de pesetas

Plaza & Janés, en aquel momento ya propiedad de Bertelsmann, no pasaba un buen momento y, como explica Murillo, «había necesidad de un “bestseller”con urgencia». «El Rey» podía ser la solución, aunque para ello se pagaron 45 millones de pesetas, un contrato que se redactó a mano en la Feria de Fráncfort. El editor puntualiza que no se le abonó ni una peseta a Don Juan Carlos. ¿Se recuperó la inversión? «En la primera tacada vendimos 350.000 ejemplares», rememora Murillo.

Previamente el texto de José Luis de Vilallonga fue editado por Zarzuela, «sin cortes subastanciales. Estaba lo mismo que aparecía en la primera edición francesa, aunque dicho de otra manera. Se trabajó horas y horas el manuscrito». Esa labor la realizó Murillo junto con Fernando Almansa y Rafael Spottorno.

Entre «lo dicho de otra manera», estaban las páginas en las que el hoy Emérito hablaba de la intentona golpista del 23-F. En una de las sesiones para el libro, el Rey le preguntó a su biógrafo «¿en algún momento creíste que yo podía estar metido en el ajo?» Al no tener una respuesta clara de Villalonga, Don Juan Carlos aseguró que «¡yo nunca me habría involucrado en una operación tan chapucera!», algo que contextualizó recordando que las comunicaciones con la Zarzuela quedaron sin cortar ese día. «Si yo tuviera que dar un golpe haciendo creer que cuento con la aprobación del Rey, lo primero que hago es impedir que nadie pueda hablar con él». Las reflexiones del Monarca fueron leídas por Sabino Fernández Campo según la transcripción realizada por José Luis de Vilallonga. «¡Vaya, ahora sólo falta que les explique cómo dar un golpe!, suspiró Fernández Campo. Esas palabras no aparecen en la edición española.