
Aniversario
Carmen Martínez-Bordiú, la nietísima, 50 años después: Portugal para descansar y tributar; Francia y España para la vida familiar
Tiene destinos exóticos en la mente y su rutina está en los aviones. Los nietos españoles y franceses y sus amistades españolas son sus paradas vip

Cada 20 de noviembre, cuando se cumple un nuevo aniversario de la muerte de Francisco Franco, su figura vuelve inevitablemente al debate público. La fecha reabre recuerdos, discusiones históricas y análisis que resurgen año tras año. Y, con ello, aunque sea de forma lateral, vuelve también a mencionarse a algunas personas vinculadas a aquel pasado, como su nieta mayor, Carmen Martínez-Bordiú. Sin embargo, la vida de Carmen hoy está muy lejos del ruido político y mediático que durante tanto tiempo la rodeó. Ya no hay cameos con Preysler ni veraneos en el Incosol marbellí ni corridas de toros con empresarios del sur de Madrid ni esa «bonachería» que proyectaba con el que fue su pareja cántabra, tan distinta a la sofisticación de su etapa parisina con el anticuario Rossi. Su presente es otro: más discreto, más íntimo y alejado de relaciones estables con jóvenes surferos.
Porque, mientras el país rememora el 20 de noviembre, Carmen lleva años construyendo una existencia tranquila, repartida entre varios lugares que significan algo especial para ella. Aunque aún hay quien cree que reside en Francia con su hija, la realidad es más matizada. Su residencia principal (y fiscal) está en Portugal, concretamente en Sintra, donde posee una casa que se ha convertido en su refugio más preciado. Se trata de una vivienda que le encanta y en la que se siente extraordinariamente feliz. De hecho, ha sido su propio hermano Jaime quien ha comentado públicamente lo contenta que está Carmen con esa casa, lo bien que se ha adaptado y cómo allí ha encontrado por fin la serenidad que tanto buscaba. Sintra, con su paisaje verde, su clima suave y su aire misterioso, le ofrece privacidad, paz y la posibilidad de vivir sin ser observada.

Pero esta tranquilidad no significa aislamiento. Carmen viaja con frecuencia a Madrid, una ciudad que sigue siendo un punto fundamental en su vida. Allí conserva amistades, recuerdos familiares y un estilo de vida que nunca ha terminado de abandonar. Sus visitas son discretas, sin alardes ni apariciones públicas llamativas, pero son constantes a sus amigas y a su hijo Luis Alfonso. Madrid es para ella un lugar donde reconectar con su historia, con su gente y con una parte de sí misma que no quiere perder. También viaja a menudo a Francia, pero no porque viva allí, como a veces se dice, sino porque su hija Cynthia Matilda Rossi reside en Burdeos junto a su marido Benjamin Rouget y su hijo Joseph. Cada vez que puede, Carmen pasa allí temporadas centradas totalmente en su familia. Es en Burdeos donde adopta un rol completamente íntimo: el de madre y, sobre todo, el de abuela. Allí desaparece cualquier rastro de personaje público; se convierte en una mujer normal que comparte juegos, conversaciones y rutinas familiares con sus nietos.
A este círculo familiar se suman amistades muy estrechas que han acompañado a Carmen durante años. Entre ellas destacan Blanca Carrillo de Albornoz y su hermano Miguel, con quienes mantiene una relación tan cercana que muchos la describen como inseparables. Blanca, hija de los vizcondes de Torre Hidalgo, es recordada por su participación en Pekín Express, donde mostró un carácter fuerte y muy querido por la audiencia. Carmen encuentra en Blanca y en Miguel un apoyo sincero, libre de artificios y muy coherente con la vida más austera y privada que busca ahora.
Sintra, el centro (fiscal)
Además, también conserva una estrecha relación con José Ramón Estévez y su esposa Marisa, propietarios de las reconocidas BodegasLa Guita. Con ellos suele acudir, de manera muy discreta, a encuentros y reuniones que forman parte de su vida social más privada. Son amistades que no suelen aparecer en los medios, pero que forman parte real y estable de su entorno actual.
La imagen que surge al unir todas estas piezas es la de una mujer que ha conseguido reconfigurar su vida completamente. Lejos de la exposición que marcó su juventud, Carmen Martínez-Bordiú vive ahora para sí misma, moviéndose entre lugares que le aportan equilibrio: la serenidad profunda de su casa en Sintra, la conexión emocional con Madrid, el calor familiar de Burdeos y un círculo pequeño pero sólido de amigos.

El contraste es llamativo: mientras cada 20 de noviembre España recuerda a Francisco Franco y revive debates históricos intensos, su nieta mayor transita una existencia tranquila, casi silenciosa. Desde 2018 no la vemos aparecer en eventos como Starlite. No aparece en manifestaciones, no participa en polémicas, no interviene en discusiones. Su vida es otra, y su identidad pública se ha ido diluyendo a medida que reforzaba su identidad personal. Hoy, a sus años, Carmen parece haber encontrado su propia respuesta al legado que heredó sin decidirlo: vivir del modo más libre y pacífico posible. Viaja cuando quiere, está con quien quiere, desaparece cuando lo necesita y regresa cuando le apetece. Sintra es la base. Así, la vida de Carmen discurre en un equilibrio entre Portugal, España y Francia, un protagonismo que algunos miembros de la familia (casualmente los políticos) no rehúyen como el caso de Marta Martínez-Bordiú, mujer de su hermano Jaime, que presume de apellido y negocios hosteleros.
De Cuba a Irán, pasando por China y Uganda
✕
Accede a tu cuenta para comentar


