Enredos
«Caso Bárbara Rey»: lo que Ángel Cristo Jr. amenaza con desvelar
Si el polémico propósito del hijo de la vedette llega a su fin, su madre quedaría como una mujer chantajista treinta años después de que ocurrieran unos hechos conocidos
Que Don Juan Carlos, en tiempos en los que quedaba lejos su abdicación, yBárbara Rey habían tenido un idilio, no era un secreto. Tampoco que los servicios secretos habrían comprado el silencio de la vedette con fondos públicos. Todo estaba escrito con detalles, cantidades, formas de pago e incluso la manera en la que se fraguó la supuesta extorsión.
A mí mismo, Bárbara me había desvelado detalles de aquella relación y vi fotografías de su álbum privado en las que Don Juan Carlos y Bárbara aparecían juntos con íntima naturalidad. Bárbara siempre me negó haber obtenido rédito por su silencio. El nombre de Bárbara lleva unido al de Don Juan Carlos hace más de treinta años y nadie lo ponía en duda. Que fuera de dominio público ya no hacía peligrar la integridad de la institución.
Don Juan Carlos había superado otros escollos como el escándalo de la cacería en Botsuana junto a Corinna o su refugio en Abu Dabi. Volver a poner de actualidad aquel tórrido idilio con la vedette no parecía ser un quebradero de cabeza para el Rey. Tampoco para la institución monárquica que con rectitud, y ejemplaridad dirige su hijo.
El verdadero y preocupante problema no es el morbo de unas instantáneas que evidencian una infidelidad, sabida, acreditada conocida y reconocida. Lo que preocupa es que Bárbara Rey no fue simplemente una amante, fue una confidente. El CESID, según se ha publicado, no compró el silencio de Bárbara Rey por su relación sentimental con el entonces Jefe de Estado.
Las fotografías que han visto la luz treinta años después son solo la punta de un iceberg con múltiples aristas. Las cuatro fotografías que se publicaron en la revista «Privé» de Holanda son solo un ejemplo de las decenas de instantáneas y vídeos grabados de los encuentros íntimos entre Don Juan Carlos y Bárbara Rey. Peccata minuta en comparación a lo que la vedette grabó y archivó con minuciosa intención.
El material gráfico de los encuentros íntimos es frívolo, pero simplemente satisface la curiosidad y alimenta el morbo. Lo que inquietó y debe inquietar aún son las horas de conversaciones grabadas durante los encuentros o llamadas telefónicas y que están transcritas y recogidas en un manuscrito que facilitaron en su día a Don Juan Carlos y que tuvo en su poder el CESID.
Tras leerlo convinieron que aquellas confidencias a su amante comprometían la Monarquía y era conveniente llegar a un acuerdo con Bárbara Rey para que las opiniones del Jefe de Estado no transcendieran. Aunque se cuentan varias versiones, podrían ser treinta millones de pesetas en una primera entrega y cincuenta millones al año a lo largo de otros diez, además de asegurar a la vedette trabajo en televisiones públicas.
Primero en Canal Nou, con un programa de cocina, por el que ganaba siete millones de pesetas al mes y después con una serie de galas en TVE. Parece ser que ella aprovechó la confianza que en ella depositó el Rey. Don Juan Carlos se desahogaba y conversaba con la vedette sobre asuntos familiares y asuntos de Estado.
Lo que opinaba de presidentes, ministros y jefes de la oposición. Las amistades peligrosas del monarca con importantes empresarios. Hay una llamada del Rey a Bárbara que podría dar más datos de una historia también conocida y ampliamente analizada.
Fue el 23 de febrero de 1981 para alertarla y aconsejarle que no saliese a la calle. Aunque no facilita la hora, la vedette, al parecer incluyó la grabación para sembrar la duda de si el entonces Jefe de Estado era conocedor del intento de golpe de Estado.
Moralidad
Para dejar mal a a su madre, Ángel Cristo Jr. está dispuesto a todo. Pero una deslealtad o varias solo se pueden juzgar desde la moralidad. Lo que trasciende del idilio, a nivel sentimental, es simplemente que Don Juan Carlos no era un hombre fiel. Las revelaciones que hizo a Bárbara son más preocupantes. Las confidencias, pareceres y opiniones de un Jefe de Estado al que se presume imparcialidad pondría en riesgo otros aspectos de su imagen. Sería una derivada política más dificil de gestionar.
A mediados de verano estuvieron a punto de ser publicadas en Alemania, pero finalmente, la publicación teutona prefirió no hacerlas públicas. Ángel Cristo se quejaba. «Faltan valientes», decía cada vez que un medio desestimaba su publicación. Ahora que la revista «Privé» publicó las 4 primeras fotos, seguirá haciendo público el sensible material que incluye el manuscrito por el que Bárbara cobró una fortuna de varios millones de euros y que, según su propio hijo, dilapidó en casinos y bingos.
Ángel asegura tener todo milimétricamente programado. Si su siniestro propósito llega a su fin, su madre quedará como una mujer chantajista, ludópata y mentirosa. Pero en medio de este culebrón que vuelve a revivirse mediátiamente con la fuerza del primer día, la ejemplaridad de Don Felipe no puede quedar eclipsada por asuntos pasados.
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