Caso Madeleine
Wolfenbüttel: de centro de ejecución de la Gestapo a hogar del sospechoso del “caso Madeleine”
Christian Brueckner deberá cumplir allí la condena por violar a una turista norteamericana
Wolfenbüttel ha pasado a la historia por ser la infame prisión en la que más prisioneros ejecutó la Gestapo durante la segunda guerra mundial. Ubicada en el estado de Baja Sajonia, a unos 10 kilómetros al sur de Brunswick, fue construida en 1506 como parte de una fortaleza. Después comenzó a utilizarse como arsenal pero no fue convertida en prisión hasta 1790, cuando fue destinada a albergar a delincuentes con pequeñas condenas. La mayor parte de la prisión fue construida entre 1870 y 1884 y tenía una capacidad para albergar a más de 1.000 prisioneros.
Este centro penitenciario de máxima seguridad tendrá un ilustre morador en los próximos días. Christian Brueckner, principal sospechoso del secuestro y asesinato de Madeleine McCann en mayo de 2007 en Praia da luz (Portugal) llegará a principios del próximo año. Como paso previo al interrogatorio de la fiscalía, que lo ha señalado por activa y por pasiva desde el pasado mes de junio, pero que de momento no ha presentado cargos contra él por falta de pruebas. Lo que a principios del verano era un caso resuelto al 90 por ciento, ahora es un caso casi perdido. No hay pruebas suficientes para llevarlo con garantía de condena ante un juez.
Brueckner cumple una condena de 21 meses en Kiel por un delito de drogas y podría haber solicitado un permiso penitenciario el próximo 7 de enero, al haber cumplido las dos terceras partes de la condena. Además, solicitó la anulación de la condena por violación a una mujer australiana de 72 años en Praia da Luz en 2005 porque la extradición se realizó por otros motivos, por lo que no podía ser juzgado por ese delito. Finalmente, la Justicia alemana le ha quitado la razón y deberá cumplir los siete años de prisión en su nuevo “hogar”. Además, también le será denegada la libertad provisional que solicitaba.
Así, durante los próximos años deberá habitar una de las cárceles más sanguinarias durante el dominio nazi. El Ministerio de Justicia del Reich Nazi decidió en 1937 centralizar los casos de pena de muerte en Wolfensbüttel, que se llevaban a cabo con una guillotina. De este modo, un edificio ya existente fue reconvertido para servir como casa de ejecución, al que se le unió un segundo piso, un reloj y un campanario, para dar un aspecto “sagrado” a las ejecuciones que allí se producirían.
De hecho, pronto se convirtió en uno de los dos principales lugares de ejecución nazi en el norte de Alemania. En apenas unos años, en 1945, más de 500 personas habían sido ejecutadas en la horca o la guillotina y el número de presos duplicaba su capacidad total, llegando a albergar más de 2.000 reos.
El hecho de que Wolfenbüttel fuera el centro de ejecución hizo que fuera reforzada con los mayores niveles de seguridad existentes. La prisión fue liberada por soldados del noveno regimiento del ejército norteamericano el 11 de abril de 1945. La administración de la prisión huyó poco antes de la llegada de las tropas aliadas, dejando a los prisioneros a su suerte. El hacinamiento, la falta de instalaciones médicas y una epidemia de disentería llevaron a una alta tasa de mortalidad incluso después de la liberación.
Después de la guerra, Wolfenbüttel continuó como lugar de ejecución, aunque al servicio del ejército británico, que en julio de 1947 había ejecutado a 67 criminales de guerra nazis. En la década siguiente, 100 miembros del Partido Comunista Alemán y jóvenes de la Alemania Libre fueron encerrados allí.
Hoy en día, la prisión ha reducido mucho su aforo y funciona como centro de reintegración de los presos en la sociedad.
En la década de 1980, el Ministerio de Justicia planeaba acabar con algunos edificios, entre ellos en el que se realizaban las ejecuciones, pero la presión pública logró detener el proyecto y se convirtió en un edificio protegido y se colocó una primera placa conmemorativa. Además, en 1999 albergó una exposición conmemorativa permanente y desde 2005 el monumento ha sido apoyado por la Fundación Memorial de Baja Sajonia.
Pero la prisión de Wolfenbuttel que se encontrará el pedófilo y violador Christian Brueckner, de 43 años, será muy distinta. A pesar de que las atrocidades allí cometidas siguen muy presentes, el penal se ha convertido en un lugar de reinserción, aunque sigue estando entre las prisiones de máxima seguridad de Alemania. El traslado facilitará en trabajo de los investigadores, que trabajan en la localidad de Braunschweig, situada a unos 15 minutos en coche y permitirá que viajen con asiduidad a la prisión a visitar a Brueckner e interrogarlo.
Según publica el diario “The Sun”, una fuente judicial matizó que Brueckner aún no ha sido interrogado en relación con la investigación de Madeleine McCann, ya que “aún se están reuniendo y comprobando las pruebas, pero la idea es esperar hasta que esté más cerca de donde se encuentra el equipo.Un viaje de ida y vuelta de 640 km cada semana desperdiciaría mucho tiempo y recursos y ahora sabemos que estará en prisión hasta 2026, sabemos dónde está y podemos llegar a él más fácilmente. La sensación es que no dirá nada incluso cuando lo veamos, pero al menos lo hará más fácil”, indicaron.
El traslado ha sido posible gracias a que la legislación obliga a que los condenados cumplan las penas en el estado en el que fueron condenados. Mantener a los prisioneros es caro y, según el sistema federal de Alemania, los estados están obligados a ocuparse de sus propios prisioneros en lugar de hacerlo a cargo de un poder judicial central.
esta será la segunda vez que Brueckner salga de la prisión de Kiel y esta será definitiva. La primera se produj a principios de mes, para acudir a una vista sobre su posible puesta en libertad condicional a partir del 7 de enero. Esa salida terminó mal. Según las autoridades Brueckner tuvo un comportamiento violento y se negó a ponerse los grilletes. Los vigilantes tuvieron que intervenir y se produjo un altercado en el que el violador acabó con dos costillas rotas en el hospital. La comparencia se aplazó dos horas, en tiempo que tardaron en atenderle de sus heridas. Su abogado denunció que había habido brutalidad policial y que fueron los agentes los que agredieron a su cliente.
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