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Andrés Amorós: “No nos enseñan cómo vivir, aprendemos sobre la marcha lo que podemos”

El profesor y escritor publica “Las cosas de la vida”, un diálogo con grandes autores clásicos y contemporáneos con el que invita a reflexionar sobre las grandes preguntas de la vida
Andrés Amorós acaba de publicar “Las cosas de la vida”
Jesús G. FeriaLa Razón

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Inspirado en la tradición humanista de aquellos tratados y autores clásicos –Séneca, Marco Aurelio, Cervantes, Shakespeare, Voltaire, Wilde, Borges…– que pretendían, iluminarnos sobre el oficio de vivir, el profesor, escritor, crítico taurino y melómano Andrés Amorós (Valencia, 1941), nos ofrece “Las cosas de la vida” (Fórcola) un lúcido ensayo que invita a reflexionar sobre las grandes preguntas del ser humano. Un libro lleno de citas que el autor fue anotando en mil cuadernos según leía y ahora le sirven de pauta para iluminar. Con el subtítulo de “Guía para perplejos”, Amorós ha querido hacer una especie de guiño a Maimónides, el gran filósofo cordobés del siglo XII.
¿Nos propone reflexionar sobre la vida?
Sin necesidad de ser filósofos o intelectuales, todos nos preguntamos sobre el dolor, el tiempo, la libertad, el arrepentimiento….Y más con una pandemia y una guerra en Europa, que nos tiene “perplejos”. No nos enseñan cómo vivir, aprendemos sobre la marcha lo que podemos, porque lo propio del ser humano es estar perplejo, dudar, preguntarse cosas, decidir y equivocarse. Por eso es necesario arrepentirse y si pudiera repetir la vida corregiría muchas equivocaciones.
Parece el libro de su vida desde los autores que ha leído.
Eso es, mi vida está en estas lecturas, de las que he aprendido todo y son mi patrimonio personal. La experiencia de la vida está hecha de lo que vives, pero también de lo que lees con pasión e interés. Cosas que te hagan vibrar, emocionarte. Aunque cite muchos autores, no es un libro de erudición, son citas vividas, que he leído y sentido, por eso no hay notas a pie de página. Leer humaniza, nos completa. Los grandes escritores lo son porque saben profundizar en la condición humana, ir a su esencia. Siempre digo que aprendo más sobre el ser humano con Shakespeare o Cervantes que con Freud.
¿Qué entiende por ser un “adanista”?
El adanismo es algo que vemos en la vida cotidiana, sobre todo en los políticos que, como ignoran todo, están descubriendo el Mediterráneo y la pólvora a diario, como Adán. Creo que hay que ser más prudentes y si no sabe de algo, callarse, no sabemos de todo y no hay que opinar de lo que no sabemos.
¿Es fácil conocerse uno a sí mismo?
Es dificilísimo, pero absolutamente necesario. No es fácil porque nos ciegan cosas como la vanidad y hay que moderarlas. Lo dijeron los griegos, conócete a ti mismo. Es bueno conocer nuestras limitaciones y muy duro aceptarlas, pero necesario.
¿Lo esencial del ser humano cambia?
No, cambia la tecnología, la ciencia…pero amamos, odiamos y tenemos celos, orgullo, ira, envidia, soberbia o bondad como siempre porque está en la condición humana. Los clásicos lo estudiaron muy bien, Grecia, Roma, Cervantes, Shakespeare, Montaigne, Erasmo…Un ejemplo: ¿Qué ha pasado en el PP? Con traje y corbata, “Macbeth”, celos, envidias, resquemores, traición, soberbia, poder…lo que ya estaba en Grecia y Roma. Y ahí seguimos.
¿De qué aprendemos?
Dice Oscar Wilde, “Nada que merezca la pena conocer puede ser enseñado”. La experiencia ajena no sirve, lo vemos con hijos o amigos, se aprende de los errores propios, de nuestra experiencia del dolor, de frustraciones. Nadie escarmienta en cabeza ajena, pero también aprendemos de lo que leemos y oímos.
¿Es importante escuchar?
El torero Marcial Lalanda, que era listísimo, me decía, “hay que ser orejero”, hay que callarse y escuchar, el que habla continuamente no aprende nada. Hay que apreciar el silencio, escuchar y aprender porque cada uno tiene una parte de la verdad. Giner de los Ríos, oyó decir a un campesino, posiblemente analfabeto: “Entre todos, los sabemos todo”, es la sabiduría natural fruto de la reflexión y la experiencia de la vida.
¿Hay que mantener la curiosidad por saber?
Absolutamente, eso es una cosa que yo echo mucho de menos. En la España que yo viví de pequeño, que era mucho más pobre, había hambre. No solo material, sino de progresar, de mejorar, y aprender cosas, de que tus hijos se formen mejor que tú, de viajar, conocer…y me preocupa que haya jóvenes con tantas cosas que no valoran ni les interesa, que pasan. Si no tienes hambre, por muy buenos manjares que te pongan…por eso es importante mantener la curiosidad por saber cosas nuevas. No tenerla es hacerse viejo en el peor sentido.
¿Qué opina del actual sistema educativo?
El abandono de las Humanidades, de la memoria y la pedagogía del esfuerzo es un desastre total, empezando porque no se prestigia al profesor, se le falta de respeto a los maestros. No se valora el trabajo ni el esfuerzo, se dice que la memoria no es necesaria, que las calificaciones no sirven, que pueden aprobar sin nada. El error viene del Plan Bolonia cuando se dijo, “hay que acabar con la clase magistral” y más que conocimientos, hay que aprender utilidades, herramientas, procedimientos…, pero no son cosas incompatibles.
Habla de la necesidad de esperanza. ¿Hace falta hoy más que nunca?
Claro, el mundo tiene muchas cosas estupendas, pero también muchos horrores, y tiene que haber esperanza, porque si no la vida no tiene sentido. Un dato tremendo es la cantidad de suicidios en países muy desarrollados, ¿por qué? Por mal que nos vengan dadas es necesario tener un sentido y amor por la vida, sin eso, ni los individuos ni los pueblos pueden hacer nada.
¿La hay para Ucrania?
Confiemos, porque es un disparate tan grande que a estas alturas de la historia y de la vida volvamos a ver el horror de la guerra, otra vez como tontos a caer en lo mismo porque hay un loco suelto. Que estemos en manos de un enfermo mental es muy triste, pero hay que darle la respuesta adecuada también.