19-J

El “cambio de ciclo” se mide en Andalucía

Los partidos encaran la campaña mirando de reojo las alianzas y buscando el voto indeciso

Arranca la campaña para las elecciones en Andalucía, un territorio en el que el PSOE ha gobernado durante 40 años y en el que el PP busca ahora afianzar el poder que ha detentado durante los últimos cuatro años. Lo que ocurra el 19 de junio servirá también como termómetro para testar si el “cambio de ciclo” ha comenzado y si es extrapolable a la política nacional.

El PSOE busca movilizar para propiciar el «milagro»

El todopoderoso PSOE andaluz ya no lo es tanto. En el bastión hegemónico del socialismo nunca hubieran creído que tendrían que aferrarse a un «milagro» para ganar las elecciones. Se contiene el aliento y fían sus posibilidades de victoria al desarrollo de la campaña. Recuerdan cómo se precipitaron los acontecimientos en Castilla y León, cuando los populares aspiraban a la mayoría absoluta y acabaron pidiendo la hora. En este caso, el contexto es bien distinto. Andalucía no es un territorio hostil para los socialistas, que encaran la contienda desde la adversidad que supone hacerlo por primera vez desde la oposición, sin la maquinaria gubernamental a la que estaban acostumbrados.

En el PSOE se revuelven contra el «cambio de ciclo» que supondría perder en Andalucía y que ya figura en sus análisis de estrategia internos. Perder su feudo histórico haría tambalear los cimientos de la Moncloa en 2024. Por eso, la implicación de Pedro Sánchez y sus ministros será superior a la de otras contiendas, en las que el presidente no se ha querido «contagiar» de un mal resultado. Hay que poner toda la carne en el asador y «vender gestión». Apadrinar a un candidato de perfil bajo –uno de cada tres andaluces asegura no conocerle– y movilizar al votante progresista e indeciso. La estrategia para hacerlo es diversa: reivindicar la acción ejecutiva, críticas al PP y azuzar el miedo a Vox. Sin embargo, en la sede socialista se detecta que ir contra Juanma Moreno no suma votos. El actual presidente no genera rechazo entre el elector moderado y se percibe ya un trasvase de en torno a un 10% del PSOE al PP que en otras contiendas era inexistente.

El presidente de la Junta de Andalucía, y candidato del PP Juan Manuel Moreno Bonilla.
El presidente de la Junta de Andalucía, y candidato del PP Juan Manuel Moreno Bonilla.Alberto R. RoldánLa Razón

El PP quiere revalidar en la Junta esquivando una coalición

El PP concurre a las elecciones de Andalucía con el firme convencimiento de ganar. El candidato a la presidencia, Juanma Moreno se juega revalidar en la Junta, pero también el difícil equilibrio de cambiar de socio de gobierno si la sentencia que vaticinan las encuestas se cumple y Ciudadanos ya no puede ser su principal aliado. Para los populares es clave mantener el bastión andaluz ya que, según indican desde el cuartel general de los populares, suele ser la radiografía de lo que está por llegar a nivel nacional al ser uno de los territorios con más población de España.

El PP trabaja para lograr una mayoría como la lograda en el «efecto Ayuso», es decir que Juanma Moreno logre sumar más que todo el bloque de la izquierda junto. A Feijóo le gustan los gobiernos de «mayorías estables», como la que ha revalidado durante cuatro legislaturas en Galicia. Por ello el escenario con el que trabajan en el partido es que Moreno alcance «la mayoría suficiente» y así poder gobernar en solitario, al tiempo que tratarán de movilizar al votante indeciso, al que creyó en la formación naranja y ya no lo ve útil y al desencantado. Cuenta con el aval de cuatro años gobernando, algo que no tenía en los otros comicios anteriores.

Sobre pactar o no pactar con Vox, no lo mencionan. Los populares en Andalucía buscan mantener la estabilidad en un territorio al que consiguieron llegar tras casi 40 años de hegemonía socialista formando entonces un gobierno de coalición que ahora tratarán de evitar sin descartar incluso una repetición electoral. El modelo de Madrid estará entre sus propósitos.

El candidato de Ciudadanos (Cs) a la Presidencia de la Junta de Andalucía, Juan Marín
El candidato de Ciudadanos (Cs) a la Presidencia de la Junta de Andalucía, Juan MarínSalasAgencia EFE

Cs: Sobrevivir en política tras la debacle del 14-F

Son las terceras elecciones decisivas para Ciudadanos en tan solo un año. En el sur, los de Inés Arrimadas cuentan a día de hoy con 21 escaños, cifra que le posibilitó alcanzar el gobierno autonómico andaluz, el único que retienen en la actualidad. Sin embargo, esta meta es –a día de hoy– difícil de acariciar tras el terremoto que supuso para el partido la moción de censura fallida en Murcia, hace un año, que se saldaría con la desaparición de los naranjas, posteriormente, en la Asamblea de Madrid. Una debacle que poco después fue ratificada en Castilla y León, donde solo lograron retener un escaño, por Valladolid. También parece lejana, la idea de llegar a los nueve escaños que lograron en 2015 y que sirvieron para sostener el gobierno autonómico de la socialista Susana Díaz, a través de un acuerdo parlamentario.

Así, la dirección naranja, consciente de que se juega su supervivencia política, se volcará en la campaña electoral con su candidato, Juan Marín, al analizar que puede ser su prueba definitiva. Además, Andalucía es una comunidad clave para los naranjas al poder presumir de gestión en el gobierno. Es Marín el baluarte más importante para Ciudadanos y, por ello, en la dirección no pueden permitirse perderle. Cada comunidad cuenta y un repunte en Andalucía insuflaría ánimos al partido y al electorado. Necesitan cinco escaños para conseguir grupo parlamentario propio y, hoy por hoy, las encuestas no son nada favorecedoras. El «CIS andaluz» le otorga entre 1 y 2 escaños, insuficiente para mostrarse como alternativa o mano para que el PP pueda apoyarse en ellos para no depender de Vox. Quedan 17 días.

Por Andalucía y el termómetro para medir el apoyo a Díaz

El primer ensayo del frente amplio, previo al proyecto de escucha que liderará la vicepresidenta Yolanda Díaz, estuvo a punto de fracasar por la negociación in extremis para la candidatura amplia entre Podemos, Más País e Izquierda Unida. El escollo principal fue la negativa de los morados a renunciar a su candidato, al entender que eran la fuerza mayoritaria y debían liderar la alianza andaluza. El partido cedió in extremis después de que el equipo de la líder de Unidas Podemos intercediera, pero IU había registrado preventivamente la coalición sin los morados. Ante la débil foto de la unidad, la vicepresidenta trató de desvincularse del pacto andaluz y negó que fuera el inicio de su proyecto. Sin embargo, la dirigente gallega entrará de lleno en la campaña. Bajará al sur hasta en dos ocasiones para arropar a la candidata de «Por Andalucía», Inma Nieto, de IU. Dos actos centrales, –en Córdoba y en Sevilla– evidenciarán su grado de implicación frente al único acto en un pequeño pueblo en la campaña de Castilla y León.

Los datos serán, aunque Díaz trate de alejarse, la prueba de algodón para «Sumar», la asociación bajo la que prevé testar el apoyo que recibirá de la sociedad para, sí así lo decide, presentarse como candidata en las próximas elecciones nacionales. La máxima de la vicepresidenta es la de «mezclar» diversas sensibilidades y Por Andalucía es un ejemplo, aunque no completo. De hecho, los intentos de los morados de pivotar el proyecto, lastran la imagen de priorizar a la ciudadanía que desea Díaz. Para Podemos, el resultado será menos condicionador, al contar con menos representatividad en la coalición.

Adelante Andalucía o la supervivencia de la muñeca rusa de las izquierdas

Adelante, la marca que creó –en parte– y después usurpó –en su totalidad– Teresa Rodríguez, comienza y acaba en su cabeza de cartel, quien, aunque señaló durante años que su paso por la política sería efímero y volvería a su plaza de profesora, se presenta por tercera vez como candidata a la presidencia de la Junta. Teresa Rodríguez, que maneja con gran soltura los nuevos medios y ha destacado en la precampaña por sus críticas a la candidata de la ultraderecha, pondrá su cara en las papeletas para solventar el galimatías de las diferentes candidaturas andalucistas a la izquierda del PSOE que conforman una muñeca rusa de partidos. La separación de Teresa Rodríguez de Unidas Podemos fue traumática al punto de que su presencia en los debates electorales se ha visto inmersa en recursos hasta ahora a su favor. Son los otros partidos de izquierda los que la vetan.

Adelante representa la quimera de la oposición perfecta alejada de la realidad factual de la gestión. Se compone básicamente de los Anticapitalistas y su núcleo de influencia gira en torno a Teresa Rodríguez y el alcalde gaditano José María González «Kichi». Teresa Rodríguez defiende que no haya injerencias de Madrid y un andalucismo nacionalista, al modo de una CUP andaluza. Nacida en 1981 en Rota (Cádiz), donde sus padres regentaban una perfumería, Teresa Rodríguez pasó del activismo social a la política, sobre todo a raíz del 15M. Se fue de IU en su día por el rechazo a cualquier apoyo al PSOE y constituyó Anticapitalistas, ente que luego entró en Podemos. Fue eurodiputada 9 meses y ya tiene una amplia trayectoria en el Parlamento de Andalucía. Aspira a un par de escaños, según el CIS.

El presidente nacional de Vox, Santiago Abascal, y la candidata a la Presidencia de la Junta, Macarena Olona, en un acto.
El presidente nacional de Vox, Santiago Abascal, y la candidata a la Presidencia de la Junta, Macarena Olona, en un acto.Rafael GonzálezEuropa Press

Vox, con el objetivo de gobernar y superar sus resultados

Andalucía es el bastión que catapultó a Vox como un partido que podía contar. Fue la «sorpresa», el doce con el que se acabó en la comunidad con casi cuatro décadas de socialismo. De ahí, los de Abascal fueron replicando sus éxitos en numerosos territorios logrando entrar en el gobierno de Castilla y León y siendo imprescindible su apoyo en el de Madrid. Por ello, Vox ha fiado su suerte en Macarena Olona como una declaración de intenciones: van a por todas. No se conforman con ser el aliado externo de ningún gobierno y, aun sabiendo que la marca Vox es un valor al alza en todas las encuestas, no han dudado en «sacrificar» a una de sus diputadas más combativas con el objetivo de hacerse con el gobierno de Andalucía. Porque si «Macarena de Salobreña» está en campaña es para ganar al tiempo que tratará de movilizar a votantes desencantados e incluso enfadados.

Con ella, los de Abascal ya marcan sentencia: «Si necesitan los votos de Vox serán para gobernar con Olona o para que decida las políticas de la Junta».

El reto del partido está en superar los 20 escaños que le dan los barómetros, ser imprescindibles para el juego de alianzas y que, llegado el momento, Juanma Moreno no tenga más remedio que recurrir al amparo de Macarena. Para ello los de Abascal presentan el aval de una abogada del Estado como «prueba indubitada» de que será garante de la ley y con ella no habrá margen para «corruptelas o chiringuitos». Además, será dique de contención de las políticas de la izquierda. Vox se juega consolidarse en el territorio que les catapultó con la vista puesta en las elecciones generales.