Pretty Woman

Robbie Williams desata la risa (y el desconcierto) de Julia Roberts con una confesión surrealista

El cantante británico presentó su nuevo tema "Pretty Face" y terminó revelando que, tras ver "Pretty Woman" seis veces seguidas, decidió "llevar de compras a una prostituta"

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Robbie Williamslarazon

Convertir una visita promocional en un espectáculo es, sin duda, uno de los talentos innatos de Robbie Williams. El cantante británico, de 51 años, lo volvió a demostrar en el programa de Graham Norton, donde acudió para presentar su nuevo single "Pretty Face". Lo que nadie esperaba era que acabara protagonizando uno de los momentos más surrealistas -y virales- de la temporada televisiva británica.

El icónico sofá rojo del Graham Norton Show reunió aquella noche a un elenco estelar: Julia Roberts, Colin Farrell, Gloria Estefan y Benedict Cumberbatch. Pero ni la elegancia de Roberts ni el magnetismo de Farrell pudieron eclipsar a Williams, que llegó dispuesto a robarse el show.

Primero, el cantante ofreció una actuación tan energética como irreverente. En mitad de su interpretación de "Pretty Face", cambió la letra para rendir homenaje a la protagonista de "Pretty Woman": "Such a pretty face, Julia’s banana bread" ("Qué cara tan bonita, el pan de plátano de Julia"), cantó entre risas, refiriéndose al famoso pan casero que, según sus compañeros de reparto en "The Hunt", Roberts hornea con resultados casi legendarios.

Escena de la comedia romántica "Pretty Woman"
Escena de la comedia romántica "Pretty Woman"La Razón

La actriz, con su eterna sonrisa, respondió con una mezcla de sorpresa y carcajadas. Pero el momento más comentado llegaría minutos después, cuando Robbie, ya sentado junto a los demás invitados, decidió confesar algo que dejó a todo el mundo sin palabras. "Julia Roberts. ¡Madre mía, no puedo!", comenzó. "He visto 'Pretty Woman' seis veces seguidas. Y al final de las seis veces pensé: ‘Algún día llevaré a una prostituta de compras’. ¡Y lo hice! ¡Lo hice! Así que gracias".

El silencio posterior fue tan elocuente como la expresión de Julia Roberts, que, entre incrédula y divertida, solo pudo reírse ante la espontaneidad del artista. Mientras tanto, el público estalló entre risas y murmullos, y el propio Norton apenas lograba contener la sorpresa.

Las redes no tardaron en encenderse. Algunos espectadores criticaron que Williams, pese a llegar el último (algo habitual cuando el invitado musical cierra el programa), se sentara en el extremo principal del sofá, desplazando ligeramente a Roberts. Otros defendieron al intérprete, recordando que ha hablado abiertamente de su ansiedad social y que su comportamiento podría deberse más a los nervios que a la falta de etiqueta televisiva.

Lo cierto es que, fiel a su estilo, Robbie Williams volvió a demostrar que la línea entre el genio y el caos es su hábitat natural. Entre bromas, confesiones y un carisma inagotable, logró lo imposible: hacer sonrojar a Julia Roberts y convertir un lanzamiento musical en una anécdota global.