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Julián López: “La clave del humor en La hora chanante era que estaba hecha entre amigos”

El actor manchego protagoniza, junto a Arturo Valls y Ernesto Sevilla, “Descarrilados”, sobre un grupo de amigos que decide recorrer Europa para cumplir una última voluntad
La Razón
  • Matías G. Rebolledo

    Matías G. Rebolledo

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Le conocimos en “La hora chanante”, ese contenedor de Paramount Comedy que nos regaló también a Joaquín Reyes, Raúl Cimas, Carlos Areces o Ernesto Sevilla, junto al que ahora se reúne en “Descarrilados” para asaltar la taquilla veraniega. Sin ansias, pero con paso firme, Julián López (El Provencio, 1978), se ha convertido en el inesperado rey de la comedia estival española, estrenando en apenas un par de meses dos producciones con gigantes mediáticos detrás que han confiado en su buen hacer cómico para devolver al público a las salas. Después de recorrerse media Europa, en la ficción, junto a Sevilla y Arturo Valls, López habla con LA RAZÓN de sus inicios, de un rodaje que complicó la pandemia y del complicado estado de las cosas en la industria del séptimo arte.
-¿Cómo fue el rodaje? Conociendo tan bien a los compañeros...
-En mi caso era mi primer proyecto ya en pandemia, con lo cual no sabía muy bien lo que me iba a encontrar. Había mucho protocolo, mucha burbuja, mucho distanciamiento. Eso hizo que hubiera cierta frialdad en el rodaje, que normalmente es un lugar de colegueo, de compadreo y de sensación de familia. Luego, con el paso de los días, todo fue encajando y el ambiente se hizo maravilloso. Si algo ha demostrado esta tragedia es que el ser humano se adapta a lo que sea.
-¿No se hacía raro rodar con tanto croma, con tanta pantalla verde?
-A veces sí. Bromeábamos con ello constantemente. Cuando había cosas muy técnicas se hacía complicado, porque no estamos acostumbrados en absoluto. Se hace raro, y hasta aburrido quizá, pero los técnicos se divertían muchísimo con nosotros.
-Hace un año estabais en pleno rodaje, que es cuando debía estrenarse originalmente “Operación Camarón”. Cuando terminó “Muchachada Nui”, ¿te veías convirtiéndote en esa especie de rey inesperado de la comedia veraniega?
-Gracias por esa etiqueta, aunque quizá es desmesurada. La verdad es que no tenía ni idea de qué iba a hacer. Haciendo “La hora chanante” y “Smonka”, seguía en el conservatorio y lo compaginaba tocando con orquestas, no sabía a dónde iba a ir todo. Me lo tomaba más como un proyecto de diversión con mis amigos, y ahí creo que estaba también la clave. Luego cuando llegó “Muchachada”, que se vio en Televisión Española, con más calado, es cuando te empiezas a replantear ciertas cosas. Ahí en medio llegó Borja Cobeaga y me propuso hacer “Pagafantas”. Creo que me empecé a malacostumbrar, porque me dio el papel directamente. Normalmente hay que hacer cientos de cásting para tener una oportunidad así, pero al abrirse esa puerta cambió todo. Ahí se abrió un camino y dije “¿Y si me lanzo?”. El empujón de Borja (Cobeaga) fue crucial.
-¿Cuál es la comedia a la que siempre vuelves?
-A bote pronto, te podría decir dos, que son muy distintas. “El Guateque” me parece un triunfo del menos es más. Peter Sellers, en esa película, me grabó a fuego el minimalismo como forma de comedia. Y procuro aplicarlo. No hay que subrayar las cosas. Y también diría “Regreso al futuro”, que quizás no es una comedia total, pero me apetece volver a ella cada x tiempo. Reúne en un ratito todo lo que era el entretenimiento en esa época concreta del cine.
-Tras la pandemia, ¿volveremos a ver un cine más alegre en las pantallas o será momentáneo y pronto volveremos a lo nuestro?
-Bueno, quizá la pandemia, con su carácter histórico, ha tocado muchos palos, muchos estamentos. Muchos tipos de trabajo, también. En lo que a mí me atañe, en producción sobre todo, es probable que se esté atento a ese cambio en la demanda. Si se quiere más evasión, o más comedia, vamos a ir para allá. Es un momento de inflexión. Creo que siempre está bien tirar de comedia, porque el ser humano necesita reírse constantemente. También te diré una cosa: cuando pasa algo tan gordo como lo que está ocurriendo, ello deja una huella y provoca cambios profundos. El cine siempre se ha nutrido del contexto y quizá, con la distancia, nos volveremos a acercar a la pandemia desde lo narrativo.
-¿Cuál es el viaje de tu vida? El que más recuerdos te despierta...
-Es complicado, porque depende de las personas con las que lo haces. Mucho. Casi todo, diría yo. Puedes estar en un destino idílico, pero como te toque con la gente equivocada... Diría dos destinos, que en realidad son uno. He ido varias veces a Estados Unidos, pero recuerdo especialmente dos: una con una pareja que tuve, una persona muy importante en mi vida, que lo hizo inolvidable; y luego hace dos años, que fui con mis amigos. Fueron dos viajes totalmente distintos en lo que hicimos, pero ambos geniales.
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Después de hacerlo prácticamente todo en la publicidad, anuncio con Andrés Iniesta incluido, a Fer García-Ruiz le llegó esa oportunidad que cientos de talentos patrios se quedan esperando toda una carrera: debutar en el largometraje. Con otro manchego como espada principal —en este caso, Julián López—, y las lanzas cómicas de Arturo Valls y Ernesto Sevilla, el realizador se ha embarcado en un viaje, literal, en «Descarrilados». La película, que llega este viernes a las salas, nos invita a viajar con el trío de cómicos por el viejo continente para cumplir la última voluntad de un amigo, ya fallecido, de completar el circuito del interrail que no pudieron llevar a término de jóvenes, a causa de una serie de catastróficas (y escatológicas) desdichas.
«Creo que el viaje de mi vida fue a Japón, cuando fuimos con Joaquín Reyes a hacer unos monólogos al Instituto Cervantes de Tokio, para unos estudiantes de español. No se rieron nada, en absoluto», recuerda con ironía Ernesto Sevilla. «El mío, cuando me fui por varios países de Centroamérica. Fue en esta época de los veinte y pocos, cuando estás un poco perdido. Me ayudó mucho», confiesa una Dafne Fernández que se suma a la terna de cómicos como ligue —o al menos, eso cree él— del personaje de Valls: «Yo me quedo con cualquier viaje de estos iniciáticos de juventud. Un viaje a Amsterdam con amigos, de esos de los que te acuerdas de muy poco cuando volviste», subraya el ex presentador de «Ahora Caigo».
Tratándose de uno de los primeros rodajes a los que se dio luz verde (no hay intención cómica) tras el confinamiento, las complicaciones se acumularon: «La idea era ir con los actores, grabar en los lugares clave y poder contar la historia con los monumentos a sus espaldas. Al final, por las restricciones, casi todas las escapadas tuvieron que hacerse con croma, con pantalla verde, pero yo creo que el resultado es muy bueno», explica García-Ruiz, sobre el mismo aspecto sobre el que incide Valls: «Parecía que íbamos a hacer una de Marvel o algo así. Al principio fue raro, pero luego pensamos que si habían hecho ‘’Star Wars’' así, por qué no íbamos a poder ponernos en situación e imaginar que teníamos la Torre Eiffel a las espaldas», añade con sorna el también productor.
La película, que se ha hecho posible gracias a la colaboración entre Sony y Amazon Prime Video, es el último ejemplo de la transformación de la industria española, donde cada vez ganan más peso las plataformas: «La principal ventaja de la aparición del ‘’streaming’' es que hay que generar mucho más contenido, y eso está muy bien, porque hay más trabajo», explica Sevilla antes de seguir: «De repente podemos hacer muchas más cosas, y hacer las películas que siempre habíamos querido hacer. Pero luego, también se trata de un contenido que es muy pasajero. Nosotros tardamos lo mismo en hacer la película o la serie, pero el consumo es mucho más rápido. El hecho de que se pierda la experiencia cinematográfica hará que las ficciones también cambien. El espectador ya no va a estar pendiente, a solas o a oscuras, de ti, si no que se enfrentará a varios estímulos a la vez», matiza reflexivo.
«Descarrilados», además de una comedia ligera de esas para buscar el refugio de las salas de cine contra el calor, es la reunión previa de Sevilla y Valls antes de la película de «Camera Café», que ya han terminado de rodar bajo la dirección del primero y la producción del segundo: «Ernesto como director es una mierda, pero se preocupa mucho de cumplir los plazos y las exigencias del productor, así que genial», desvela con gracia Valls, antes de terminar la entrevista y emplazar a los espectadores en ese estrambótico viaje en el que les acompañará una urna llena de cenizas y la suculenta promesa de 600.000 euros.