El olvido de nuestras tres culturas filosóficas
Extirpar el estudio de la tríada de alfabetos que compartieron espacio y tiempo durante el periodo de Alfonso X es otra de las consecuencias del plan que pretende el Gobierno de Sánchez
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Mucho se presume de cómo convivieron pacíficamente judíos, musulmanes y cristianos en los reinos hispánicos con la Escuela de Traductores de Toledo o Alfonso X el Sabio influyendo en toda Europa. Entender los momentos de su convivencia y también los de sus desavenencias (que las hubo tremendas) puede ayudarnos a comprender nuestra sociedad, ya en muchos lugares multicultural, multireligiosa, multilingüística... Entender el pasado para no repetir errores e inspirarnos soluciones es importante, pero desde el Ministerio que diseña la educación de las nuevas generaciones con la controvertida ley («Celaá»-LOMLOE) no lo parece. Olvidar la filosofía medieval no contribuye a una sociedad comprensiva y crítica, capaz de interpretar el presente desde la perspectiva de nuestro pasado que también somos; esto conduce a una masa intelectualmente inerte y manejable, obediente a las tecnologías diseñadas por grandes multinacionales, sometidos a la mercadotecnia. Así no es fácil valorar críticamente el mundo contemporáneo.
En nuestra península convivieron a la vez tres alfabetos con los que escribieron autores hoy estudiados por todas las facultades de filosofía del mundo; surgieron los principales pensadores del judaísmo y algunos de sus más eminentes vates, al igual que «nuestros» filósofos musulmanes fueron y son de importancia crucial en el posterior desarrollo de nuestras sociedades. Entre los pensadores hebreos destacan el neoplatónico Salomón ben Gabirol (Málaga, 1028-Valencia, 1058), poeta y astrónomo; y Yehuda Halevi (170/75-1141), nacido en la Tudela musulmana, médico y filósofo; en Toledo escribió su célebre «Diván», apoyado por Alfonso VI, para ir a morir luego a Jerusalén. Fue uno de los más célebres poetas en lengua hebrea, inventando el género literario del sionismo, así como el «Libro de la refutación», especialmente estimado en el mundo judío.
Si el eminente geógrafo Benjamín de Tudela (1130-1173) fue el Marco Polo hispano-hebraico con su libro de viajes por el Mediterráneo, Arabia y Asia Central, nuestro filósofo judío internacionalmente más famoso sería una especie de Santo Tomás de Aquino sefardí: el cordobés Maimónides (1138-1204), armonizando fe y razón; perseguido por los almohades, acabó en Egipto como médico de Saladino y dejándonos «La guía para perplejos». El gran desarrollo de la cábala, cuyo misticismo esotérico resultará central en el mundo judío, se da con el «Zóhar» («Libro del Esplendor»), redactado por Moisés de León –Moshe ben Sem Tob– (1240-1305, Arévalo), filósofo y predicador, el San Francisco de Asís sefardita, amante de la naturaleza yde una vida desprendida de los bienes materiales. Por otra parte, Santob de Carrión –Sem Tob Ardutiel– (1290, Carrión de los Condes-1369), escéptico, subjetivista, relativista, dialéctico, crítico con el poder en un mundo que es más bien locura, pero donde la tolerancia es fundamental..., es el primero en utilizar el castellano como lengua para escribir un libro filosófico, «Proverbios».
Entre los cristianos, el beato mallorquín Ramón Llull (c.1232-1316) cortesano, poeta y novelista en lengua catalana, predicador luego y quizá mártir, fue el gran filósofo de su época, actualmente cada día más estudiado; diseñó un pensamiento visual, combinatorio, inventando el «primer ordenador» –mecánico–, la «máquina lógica» para razonar correctamente con palancas y manivelas... Se le atribuye también la invención de la rosa de los vientos y del nocturlabio, para la orientación. Autor de «Blanquerna», novela mística donde un papa dimite, escribió también «El árbol de la ciencia», y «El libro del Orden de caballería» preludia las ideas del Marqués de Santillana e incluso del cervantino Don Quijote. Mas hubo otros hispánicos pensadores cristianos también relevantes, como Raimundo Sabunde (1385, Barcelona-1436)... ¿Pero pueden entenderse sin comprender el Medioevo?
El legado de Averroes
En la España musulmana tenemos también grandes representantes del pensamiento universal: Ibn Hazm –Hazam– (Córdoba, 994-Huelva,1064), filósofo, teólogo, historiador y narrador, visir de Almanzor y autor del tratado «El collar de la paloma», no es un caso aislado, como Ibn Zaydun -Abenzaidún– (Córdoba, 1003-Sevilla, 1071), el mejor poeta andalusí, de sensual poesía amorosa y también filósofo, al igual que el poeta y pensador aristotélico Avempace –Ibn Bayyah– (Zaragoza, c. 1080-Fez, 1139), médico, físico, botánico, músico, astrónomo; o el también filósofo y poeta Ibn Arabí (Murcia 1165-Damasco, 1240), místico, sufí viajero que desde Sevilla llegaría a Damasco, donde su tumba es actualmente un lugar de peregrinación. Y Averroes –Ibn Rusd– (Córdoba, 1126-Marrakech, 1198), el más importante e internacionalmente famoso de los pensadores islámicos ibéricos conocido como «El comentador».
Tradujo y difundió a Aristóteles propiciando la teoría de la doble verdad, tan útil en nuestro tiempo para evitar el fanatismo islámico. Influyó en París, con Siger de Bravante, un siglo después, y en el Renacimiento. Si consideramos como propios grandes monumentos del arte, como las catedrales góticas, las sinagogas de Toledo, la mezquita de Córdoba o La Alhambra de Granada, también es propio de nuestra tradición su pensar escrito en hebreo, árabe, latín, castellano, catalán... Pero esas obras que atraen a tantos turistas del mundo entero y nos deja tantos beneficios no se entienden sin el pensamiento con que engendradas fueron.