Cáncer y dinero
Julián Muñoz se agarra al corazón de la «Operación Malaya»
El exalcalde de Marbella se recoloca en los últimos meses jugando con las piezas de sus días más corruptos: dinero, residencia ilegal y un matrimonio bajo sospecha
Nadie podía presagiar que el exalcalde de Marbella, Julián Muñoz, enfermo de cáncer, pasaría esta última etapa en una de las muchas construcciones ilegales que él mismo recalificó en 2002 con su firma. Su casa es ahora un piso del Banana Beach, un complejo sobre el que pesa una orden de demolición por parte del Tribunal Supremo. Precisamente desde la cárcel de Alhaurín de la Torre, solicitó al Consejo de Ministros su indulto por el delito que cometió contra la ordenación del territorio en su modalidad de prevaricación funcionarial urbanística. Ahora lo ha elegido como hogar junto a su recién estrenada mujer, Mayte Zaldívar, y el novio de esta, Fernando Marcos, que ocupa otro inmueble.
Banana Beach cuenta con 238 viviendas repartidas en tres edificios. En Marbella se especula, con aires de tragicomedia negra, si Julián sobrevivirá a la demolición de las torres. Ninguna vivienda levantada sobre este suelo, destinado en un principio a ubicar la estación de ferrocarril marbellí, es legal. Julián desayuna cada mañana sumergido prácticamente en las aguas azules que casi rozan su terraza en el bloque E1. Un paraíso de arena blanca. Hay quien lo llama Banana Gil porque ahí tienen viviendas todos los de la época: la familia del exalcalde Tomas Reñones, la fallecida Carmen Sevilla, Yola Berrocal, los Muñoz y concejales del Grupo Independiente Liberal.
Son múltiples las celebraciones que se han hecho desde que el pasado 30 de enero, muy de mañana, Muñoz y Zaldívar visitaran a un conocido notario de Marbella para cambiar su estado civil. Nadie entiende ni cómo ni por qué, máxime cuando ella tiene una pareja estable. «Nos llamó diciendo que nos tenía que ver. Ya sabíamos que estaba malillo y creímos que nos daría una mala noticia. Pero, qué va. Nos dijo que todo iba bien, que su cáncer de pulmón no tenía metástasis y que se iba a someter a un nuevo tratamiento. Que de momento no había funeral, sino boda. Nos quedamos perplejos», subraya un amigo a LA RAZÓN. Otra de las personas con las que celebró el casorio fue el futurólogo Rappel, muy amigo de Zaldívar y con el que ha compartido mesa estos días.
El recuerdo de su primera boda con su adorado «Cachuli», en la ermita del Pantano de San Juan y banquete en la finca de un magistrado amigo de la pareja, la pone nostálgica. Fue poco tiempo después, en 1983, cuando la pareja llegaba a Marbella. Atrás quedaba la andadura por tierras abulenses, donde él vivió al abrigo de su madre, que llevaba la explotación de una piscina privada y una pista de baile. Le pagó los estudios en una pensión en la calle Princesa de Madrid, a pesar de ser un pésimo estudiante. Cuando falleció la matriarca, Julián tenía 30 años y se puso a trabajar como visitador médico de los laboratorios Abbott. Mayte y él se conocieron en Madrid. Ella, hija de guardia civil, se ganaba la vida como dependienta en Marbella y ya era madre de su hija Eloísa.
Al llegar a Marbella, su cuñado encontró rápidamente trabajo para Julián como camarero. Con el tiempo, la pareja se arriesgó a abrir un negocio hotelero llamado Mayte. Ella, que tenía don de gentes, se hizo vocal en Puerto Banús de una plataforma de empresarios que luchaba contra la crisis económica. En una de esas reuniones en el mítico hotel Los Monteros, salió la candidatura a la alcaldía de Jesús Gil, promotor inmobiliario, y el clan buscó a los integrantes del equipo político que gobernaría Marbella.
Mayte era la elegida, no él
Según nos revela uno de sus componentes, Gil quería que fuera Mayte en las listas electorales, pero ante su negativa fichó a Julián, entonces militante socialista, que encontró en la política auténtico fervor. Fue el inicio de una forma de gobierno aderezado por la corrupción. Él escalaba puestos a pasos agigantados y en la segunda legislatura del GIL ya figuraba al frente de varias sociedades municipales. «Era el tonto útil», nos comenta un compañero de filas, quien recalca que Gil le trataba como criado. Mayte, una vez que sus hijas crecieron, entró en la concejalía de fiestas. Era una forma de vigilar de cerca a Cachuli, que ya se empezaba a desmandar. Su devaneo con Isabel Pantoja, a la que quiso hacer «su reina» cuando ella le entregó su «garlochi», acabó con el matrimonio.
Julián pasará a la historia como el alcalde que dejó en cueros al Ayuntamiento de Marbella, llenando su hogar de bolsas de basuras llenas de dinero negro, según declaró la propia Mayte. Hoy debe al Ayuntamiento de Marbella 46 millones de euros, según la Audiencia Nacional. Ese dinero estaría en algún sitio y con su reboda todo podría tomar cuerpo. Quién sabe. Según ha conocido este medio, la Policía Nacional no ha dejado de investigar los movimientos de Julián, ni siquiera cuando estuvo prestando trabajo penitenciario para Cáritas. Allí se hizo muy amigo del párroco Pedro Villarejo (hermano del comisario) y luego de Ramón Tejero, hijo de Antonio Tejero, el guardia civil golpista. La Policía tiene claro que no cejará hasta que esos millones se devuelvan a Marbella.
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