M Clan: “Algunas canciones de trap son mucho más macarras que las que escribíamos nosotros”
La mítica banda apuesta por la liturgia del directo y la intimidad del acústico con el lanzamiento de “Petit Comité”
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En la mesa que sostiene la grabadora con la que vamos a registrar la entrevista hay varias cervezas y naufragios compositivos en forma de libretas con anotaciones. Carlos Tarque y Ricardo Ruipérez, componentes de M Clan, tienen un recibimiento cálido y salvaje, cercano a lo expansivo, como de camaradería sureña de bar de Memphis pulida por la estética clásica de señores del rock (anillos con calavera, calzado de vaquero, algún tatuaje y camisas rockabilly incluidas), pero con ese espíritu indolente de ligereza mediterránea que acompaña a los tipos buenos. La etiqueta del rock, no la de señores, les acompaña incorruptible desde que se conocieron en la mili y crearon tiempo después los compases del disco con el que comenzaron su andadura profesional en el 95, “Un buen momento”, desde que entendieron que conduciendo por la Nacional 120 no se podía pensar bien, que cuando llegaba septiembre Maggie tenía que irse, que por mucho que soplaran, la sopa se quedaba fría, que Carolina iba a convertirse en su ruina y que las calles ardían mientras fuera moría la razón.
Ahora toda esa imaginería sonora y generacional rescata la amplitud de su sentido gracias al lanzamiento de “Petit comité”, un nuevo álbum con sus canciones de siempre grabado tras su vuelta a los escenarios durante la particularidad del contexto de pandemia en la sala Barts de Barcelona con el que la banda de Murcia recupera la intimidad del sonido en directo, el empaste del cajón y las armónicas, la sencilla efectividad de una voz y una guitarra y la desnudez de un formato que sigue conectando con los tejidos sensoriales de un público necesitado de liturgias escénicas y de música que suene, como apunta Tarque, “de puta madre”.
Después de más de 30 años componiendo, ¿todavía quedan cosas que decir con la música?
Carlos Tarque: Yo creo que sí. Que tenemos cosas que decir y que hacer, sobre todo, como por ejemplo este disco, que es verdad que son canciones antiguas, pero la propia performance de hacerlo para mí ya significa algo. Es verdad que cuanto más pasa el tiempo, lo ves todo más trillado y cuesta más animarse a hacer cosas o tener la idea perfecta. Pero yo creo que siempre quedan cosas por decir, sin duda.
Ricardo Ruipérez: Cuando tu vida es tu profesión, la vida pasa por muchas etapas: hay veces que quieres decir y veces que no. Pero sabiendo que toda tu vida eres músico y te dedicas a eso, pasas por muchas etapas. Estaba pensando por ejemplo en la carrera de Springsteen, cuando hizo “The Rising” en conmemoración de los atentados del 11-S y él mismo explicaba cómo la gente por la calle después de la tragedia le pedía que compusiese algo: esa situación le activó la vena compositiva. Las cosas que hay que decir tienen que ser pocas pero buenas, de verdad.
Con “Petit comité” volvéis a la intimidad del sonido en directo, del acústico, de la liturgia del escenario, en una época atropellada por el paradigma del “streaming”.
C. T.: Hicimos este disco porque, debido a la pandemia, tuvimos que adoptar este formato acústico que ya habíamos hecho previamente: reaccionamos muy rápido y empezamos a hacer conciertos por toda España. La conexión con el público fue tan grande que dijimos “esto deberíamos registrarlo”, con un afán de almacenaje, de conservarlo. Ahora que todo va tan rápido te das cuenta muchas veces de que menos es más y haciendo uso únicamente de una guitarra y una voz, puedes llegar a sitios únicos de una manera absolutamente brutal. El rock es un lenguaje antiguo, la música popular con más impacto que ha habido en la historia desde mi punto de vista y la juventud, que es quien hace un uso más continuado del “streaming”, necesita buscar y busca cosas un poco nuevas pero eso no quiere decir que no esté más vivo que nunca. A mí cuando me dicen que el rock está pasado de moda pienso “menos mal”, porque la moda es lo último que nos interesó siempre. Nosotros por suerte ya tenemos un bagaje y con poner cuatro o cinco vídeos en Instagram, nos sirve. No lo necesitamos realmente, pero está claro que es el signo de los tiempos. La música ahora ya no solo se escucha, también se ve.
¿Existe hueco para la incorrección del rock en un espacio cultural y musical cada vez más impregnado de propuestas políticamente correctas?
C. T.: Bueno la incorrección ahora está en el trap, yo escucho algunas unas movidas que flipas: letras y canciones mucho más macarras de las que podíamos hacer nosotros. Estando absolutamente en contra de que se hagan esas cosas te preguntas, que si han metido a Valtonic en la cárcel por lo del rey ¿no meterán a estos? Pero a lo mejor eso se debe a que toda esa rebeldía, esa contestación, ya no está en el rock, porque nos hemos convertido sin darnos cuenta en unos señores con coches, casas y preocupaciones. Eso sí, el rock no tiene por qué ser siempre políticamente incorrecto, solo sonar de puta madre.
Para que quede claro, ¿es o no es “Carolina” una canción machista?
C.T.: No, rotundamente. “Carolina” es una ficción que escribí hace muchísimos años, que sí que tiene un cierto toque medio ilegal porque ella es menor de edad, pero en ningún momento hay un abuso ni nada que se le parezca. Claro que la letra tiene una connotación machista, como casi todo, pero no hay una apología del machismo, es como te digo una ficción, como una película, no hablo de mí, no es un testimonio personal. Por esa regla de tres Almodóvar por ejemplo también es machista. Te aseguro no era mi intención serlo en este caso y de hecho, si analizas la canción, es ella, la chica, quien tiene el poder sobre mí.
¿Habéis sentido la obligación como músicos en algún momento de significaros políticamente?
R. R.: La verdad es que no de manera particular. Siempre hemos sabido discernir nuestra faceta como personas de nuestro perfil como músicos. Pero la política está en todo y sé que por ejemplo antes de ser músico, soy de izquierdas.
C.T.: Yo lo que sí que noto es que hay cierto corporativismo con esta idea de que los artistas tienen que ser todos de izquierdas y aunque sí que es un poco así, nosotros personalmente lo somos, no necesariamente tiene por qué convertirse en norma. Russian Red dijo abiertamente que era de derechas y muchos otros cantantes también lo han hecho y no debería pasar nada.