Por San Bartolomé
El campo se volvía pardo, pajizo y desolado. Las calles se poblaban de moscas y de perros callejeros, sin raza conocida, tumbados a la sombra
El campo se volvía pardo, pajizo y desolado. Las calles se poblaban de moscas y de perros callejeros, sin raza conocida, tumbados a la sombra