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Los bárbaros se ponían hasta arriba de narcóticos

Un estudio de investigadores polacos plantea que los habitantes del Barbaricum antiguo portaban dispensadores de estimulantes en el cinturón
Los bárbaros se ponían hasta arriba de narcóticos
Representación de un guerrero germánico tomando estimulantesStanislav Kontny
David Álvarez

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Aunque no se pueda catalogar a la sociedad romana como esencialmente racista, si bien se detecten actitudes y comportamientos que entran en esta categoría, ciertamente era bastante xenófoba. Esa actitud, en absoluto una novedad del mundo antiguo pues se acredita en otras tantas culturas del mismo período, era ambivalente. Por una parte, los romanos no dudaban un ápice en apropiarse de costumbres, tecnología, ritos y hábitos de otros pueblos, a menudo integrándolos bajo su égida o empleándolos como recurso a la par que los minusvaloraban.
Con respecto a los bárbaros, aquellas poblaciones que vivían en el «Barbaricum», es decir, más allá de las fronteras, el desprecio en las fuentes es total e incluso, tal y como aparece en diversas fuentes antiguas, se llegó a dudar de su humanidad. Como dijera Prudencio, poeta cristiano del siglo IV, «tanto distan lo romano y lo bárbaro como separación hay entre un cuadrúpedo y un bípedo o entre el mudo y un ser dotado de habla». El bárbaro, aunque útil como herramienta para luchar contra otros bárbaros y asimismo como mercado para los comerciantes transfronterizos romanos, era visto como un salvaje, indisciplinado, que no se movía por el intelecto ni la sofisticación sino por la furia y las pasiones. Sin control a consecuencia de su naturaleza y, asimismo, proclive a los efectos de sustancias intoxicantes como el alcohol, fundamentalmente la cerveza, que sacaba lo peor de sí mismos. De este modo, Tácito no dudó en decir en su entretenidísima «Germania» que «las riñas, como es natural entre gente muy dada a la bebida, concluyen pocas veces con insultos y más a menudo con muertes y heridas».
En torno al vínculo entre las poblaciones del «Barbaricum» y otro tipo de sustancias versa «In a narcotic trance, or stimulants in Germanic communities of the Roman period», publicado por los investigadores polacos Anna Jarosz-Wilkołazka, Andrzej Kokowski y Anna Rysiak en la revista alemana «Praehistorische Zeitschrift». Esta investigación ofrece una audaz interpretación con respecto a una parte del equipamiento empleado por los guerreros germanos del «Barbaricum» a la que hasta ahora se le había prestado poca atención salvo para establecer tipologías arqueológicas útiles para identificar horizontes culturales y definir cronologías. Me refiero a una parte muy particular del cinturón, un añadido metálico situado en el extremo de la correa de cuero opuesta a la hebilla y que culminaba con un ensanchamiento circular que, según los tipos, podía estar esculpido de forma cóncava. Esta circunstancia les ha llevado a estos investigadores a definir estas puntas como cucharas que, aún estando sujeta la correa a las trabillas del cinturón, podían descolgarse para alcanzar sin esfuerzo la cabeza del guerrero que lo portaba y utilizarse como tales.
Cucharadas estimulantes
Tras el estudio de cientos de muestras procedentes de una gran cantidad de yacimientos, desde campos de batalla así como depósitos votivos vinculados a conflictos en la «Germania Libera» y cementerios, esta investigación ha estimado que se pueden interpretar esas puntas de cinturón de una forma funcional más allá de lo estético y, en concreto, consideran que podían haberse empleado como dispensadores de estimulantes. En concreto, narcóticos. Así, esta investigación teoriza con que los guerreros del «Barbaricum» pudieran consumir con estas cucharas opioides procedentes de la amapola así como lúpulo, cáñamo, beleño negro y belladona además de hongos, como el clytocibe, el cornezuelo y la psilocibina. Todos ellos alucinógenos empleados por las culturas de la antigüedad y accesibles a los pueblos que habitaban el Barbaricum. Esta ingesta, que podría vincularse a motivos rituales, recreativos o de mejora del rendimiento en la batalla, se habría realizado con la punta del cinturón, con la cuchara, ya fuera mezclado con algún líquido, con una bebida alcohólica, o esnifada tras ser previamente secadas tales sustancias y convertidas en polvo.
Esta audaz tesis plantea que, teniendo en cuenta la extensión de la evidencia, la existencia de una «importante industria» en el seno del Barbaricum enfocada a la recolección y tratamiento de estos narcóticos. No en vano, según indican, los datos arqueológicos avalan su amplio uso. De este modo, el análisis del depósito de las armas y panoplia militar de los caídos en la batalla de Illerup, ocurrida a mediados del siglo I d.C. en el territorio de la actual Dinamarca, y depositada en el campo de batalla, así lo atestiguaría puesto que la mitad de los cinturones allí encontrados incluían la mentada cuchara. Aún más, consideran que ciertos contenedores metálicos hallados fundamentalmente en tumbas de mujeres, consideradas cajitas de amuletos, podían haberse empleado también como viales para acarrear estas drogas.