Hallazgos arqueológicos: El misterio de la mujer decapitada
Una tumba hallada en Puisserguier (Francia) revela un enterramiento extraño, que puede interpretarse como indicativo de un castigo o incluso de un ritual


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La cabeza, donde se encuentra la parte hegemónica del alma según el médico romano Galeno, es la parte de la anatomía humana más identificativa y, de este modo, no extraña que desde la Prehistoria fuera objeto de violencia y la decapitación empleada como castigo por numerosas culturas, como Asiria y Roma, contra enemigos, criminales y rivales. Aunque, como es bien sabido, entre los romanos hubo una cierta creatividad en la aplicación de la pena de muerte, la decapitación fue el castigo más habitual para los ciudadanos romanos y, sobre todo, para los miembros de los estratos elevados. No extraña, de este modo, que la evidencia arqueológica de este castigo sea abundantísima. Por ejemplo, en Britania el 2-3% de los cuerpos encontrados de época romana pertenecen a decapitados como lo ejemplifica un impactante estudio reciente. En el yacimiento de Knobb’s Farm (Somersham, Cambridgeshire), situado en los límites de lo que fuera una explotación agrícola ocupada entre los siglos I-III y cercana a una aldea habitada hasta el siglo IV, se hallaron diecisiete descabezados distribuidos en tres cementerios. Se trata de ocho hombres y nueves mujeres, enterrados con las cabezas a sus pies. Según esta investigación, fueron ejecutados por vía judicial y, posteriormente, devueltos los restos mortales a los suyos, que los enterraron con ajuar. En algunos casos, con vasijas ocupando el lugar donde debía estar la cabeza. Una inquietante decisión que, según esta investigación, podría representar un insulto o una burla hacia los ejecutados. Esa aura de misterio también se aplica a un hallazgo inusual presentado en «The decapitated woman of Puisserguier (Hérault, France): a case study of mortuary treatment», un artículo colectivo publicado en «Antiquity» y encabezado por Jérôme Bouquet, investigador de la Universidad de Burdeos y del INRAP.
Este estudio se centra en un enterramiento singular ligado a la cultura de Verasan, una cultura calcolítica transpirenaica que estuvo activa entre los años 3500 y 2000 a.C. en el sureste de Francia y nordeste de Cataluña. Se caracteriza por el empleo de una cerámica particular, algo tosca y sencilla, con la olla cilíndrica con corona de pezones como su pieza más singular, y por el megalitismo. La mayor parte de los yacimientos arqueológicos constatados son de tipo funerario, ya sea en cuevas, abrigos rocosos o bajo megalitos. Por lo general, se trata de enterramientos colectivos. Un dato que ha llevado a pensar que disfrutaban de unos fortísimos sentimientos de cohesión grupal e ideología comunitaria. Sin embargo, la tumba hallada en la localidad francesa de Puisserguier (Herault) es muy diferente: es individual, situada en la base de una estructura de almacenamiento, aunque contiene fragmentos de cerámica característicos de la cultura de Verasan, con sus pezones adheridos. En su inmediata cercanía se encontró una daga de cobre que se inscribe en este horizonte cultural. El análisis bioarqueológico ha determinado que es una mujer adulta de entre 20-49 años de edad que vivió hacía el 2700-2600 a.C.
Circunstancias singulares
Aunque la posición del cadáver es habitual en este período, pues fue enterrada en posición supina, recostada sobre su lado izquierdo con las piernas flexionadas y las manos sobre el pecho, sí que lo es el estado de sus restos. Fue decapitada. Su cabeza está separada de la columna y depositada sobre las manos, como si la estuviera sujetando. Este enterramiento es muy extraño. No se ha encontrado ni un sólo paralelo durante los mil quinientos años de vigencia de la cultura de Verasan y, además, no se corresponde con un movimiento natural de los restos pues, en ocasiones, por circunstancias singulares como terremotos o removimientos del suelo, la cabeza y otros huesos se pueden desplazar en el interior de una tumba. De hecho, su disposición no es en absoluto casual y se ha constatado que la tierra fue acomodada en torno suyo antes de que comenzase la descomposición del cadáver.
Con respecto al proceso de decapitación, esta investigación estima que, pese a que el estado de los restos sea malo, en especial de la columna vertebral, el descabezamiento fue deliberado, teniendo lugar en el momento de su muerte o poco después de su fallecimiento. Desde un plano interpretativo, consideran que este enterramiento puede “interpretarse como indicativo de la exclusión de la fallecida” aunque se “mantuviese una apariencia de normalidad” en el enterramiento.
Ciertamente es un misterio y, desde luego, todo apunta a circunstancias inusuales y a una persona para nada normativa con respecto a lo que se conoce de la cultura colectivista de Verasan. Se pueden plantear mil hipótesis de entrada, desde un asesinato a un castigo pasando por un ritual o que la muerta fuera una forastera aunque acabase sepultada con objetos privativos de esta cultura, pero ninguna concluyente más allá de lo absolutamente inusual de su destino y del misterio que rodea a una mujer que reposó para la eternidad con su cabeza apoyada en el pecho.